sábado, 1 de diciembre de 2012

La emoción de las cosas

La nueva entrega de Ángeles Mastretta (Puebla, 1949) lleva el atinado título de La emoción de las cosas y es que en sus páginas podemos sentir cómo la autora disfrutó su hechura, su confección a fuego lento, como los guisos de su madre y su abuela, a quienes hace homenajes diversos. No es una novela, aunque sí puede tomarse como parte de la novela biográfica de la autora, pues pocos como ella para ir a Italia para saber más de su pasado, de su apellido, pocos como ella para subirse a cantar con Joaquín Sabina en pleno Auditorio Nacional y volver a sentir mariposas en el estómago ante algo extraordinario, y lo mejor es la forma en que lo comparte, satisfecha y plena. Quizá por ello el libro esta dedicado a los blogueros que la siguen en la vida virtual, con esos textos breves que comparte a manera de diario y con la sabiduría de la confidencia, del secreto a voces, del deseo de que alguien te escuche (como seguro leían los artículos que su padre escribía sobre autos). Presume su edad, la padece y se acopla a las circunstancias. La admiración por su marido, un perfil que desconocíamos de Héctor Aguilar Camín, el amor por sus hijos (“en el ánimo los hijos pesas siempre. Uno carga con ellos como con sus sueños: por fortuna”), el sentimiento lastimado por la ausencia de los que quiere y ya marcharon, aunque sabe que “Nadie regresa de la nada pero, me lo repito, no mueren quienes nos enseñaron a imaginar la eternidad”. Lo dicho, no es una novela pero bien puede serlo, la misma Mastretta nos lo hace ver al señalar que cada quien tiene la propia, “la teje todos los días. Y, a veces, trama en ella el paso de sus ancestros como si del suyo se tratara”. Contagia en las páginas las ganas de seguir haciendo cosas, y emocionarse con ellas, el adulto jugando es el mejor ejemplo, pero también contagia con su forma de plantearle al destino un perfil distinto, como cuando tiene ganas de tristear, así, sin más, no andar triste, sino tristeando, que son cosas diferentes. Confiesa que escribe por las noches, pues en el día pierde el tiempo en buscar el tiempo y ubica a la precisión como la clave del oficio de escribir, ese “juego de precario equilibrio entre el valor y la soberbia. También entre sus opuestos: el miedo y la humildad”. Y nos comparte su gusto por la poesía, sus libros perdidos, los atisbos que deja la vida cuando se va la luz. La emoción de las cosas es un gusto que se da Ángeles Mastretta, pues son sus historias personales escritas de a poco, con un alto grado de fortaleza interna ante la muerte y el desprendimiento, con sus férreas pasiones. Sin excesos ni juegos artificiales, sino haciendo honor al oficio, contando, narrando, compartiendo. A tal grado que uno acaba sintiéndose cómplice. Ángeles Mastretta, La emoción de las cosas. Seix Barral, México, 2012; 274 pp. Texto aparecido en la Revista Siempre¡ en su edición del domingo 2 de diciembre 2012.