lunes, 17 de junio de 2013

Filosofía de las emociones

Tiene la apariencia de ser un libro del tipo superación personal, incluso el subtítulo genera desconfianza: 21 rutas para vivir con nuestras emociones, pero si se pasa esa barrera se podrá entrar a una lectura bastante agradable. Porque eso es Una mochila para el universo, una miscelánea donde tarde que temprano se identifica el lector. La autora Elsa Punset logró conjuntar varias de sus colaboraciones en medios de comunicación, sobre todo televisión y radio, para darle vida a un libro divertido, entretenido y sobre todo con un mensaje que no se queda en lo superficial sino que va mezclando el ejemplo, el dato, la ciencia. Incluso alterna citas de diversas investigaciones, con Premios Nobel, con videos en Internet, así como a personajes de la historia que dejaron con su talento una patente de vida, como lo es Thomas Alva Edison, de quien cita su frase: “No he fracasado, sólo he encontrado diez mil soluciones que no funcionan”. Ejemplo de lo que podemos hacer, de que todo el que se atreve, incluso en los errores debe ver el lado bueno, el lado del aprendizaje, el lado de la evolución positiva. La información que salta en las páginas de este libro por momentos parece cobrar vida. Y es cuando uno se pregunta, ¿en verdad se necesitan seis segundos para que un abrazo sea completo?, ¿será cierto que con el control de los primeros noventa segundos ante un enojo se pueden evitar muchas desgracias?, ¿bastan cuarenta y siete segundos para convencer a alguien?, ¿en serio cuando niños reíamos 300 veces al día y ahora de adultos, sólo lo hacemos 17 veces? Porque de eso va esta obra, aderezado con un lenguaje desenfadado pero no por ello menos profesional, un lenguaje que nos trasmite y emociona. Quizá por ello retoma a Maya Angelou quien señala: “La gente olvida lo que dices, la gente olvida lo que haces, pero nunca olvida cómo la haces sentir”. Una mochila para el universo invita a reflexionar sobre cosas comunes (o que parecen comunes) pero que en el fondo poca veces nos detenemos a hacerlo. Quitar el peso excesivo que venimos cargando desde hace años, incluyendo los fracasos y las decepciones, para ello incluye varias recetas, diversos ejercicios para encontrar cierta paz, cierto bienestar. De paso da el consejo para mantener vivo el vínculo amoroso, el cual básicamente debe llegar cuando recuperamos dos elementos: “la conexión emocional y el contacto físico”. Puede ser cierto, dependiendo las culturas, pero el contacto físico instruye, fortalece; mientras que por el otro costado nos dice la misma Punset que “las emociones más intensas, como el desprecio, la ira o la tristeza, se contagian como un virus, porque esas son las emociones que el cerebro cree que más pueden ayudarnos a sobrevivir”. La razón y la pasión, buscando el justo medio, la balanza a favor del bienestar, o mejor dicho de la felicidad, hoy tan de moda, con encuestas, mediciones diversas, con un contexto que parece obligatorio ser feliz o al menos intentarlo, pero siempre es bueno recordar que casi la mitad de nuestra felicidad depende de nuestra actitud. “La felicidad requiere un esfuerzo que no siempre estamos dispuestos a hacer, pero cuando lo hacemos, la recompensa —a la que va ligada un incremento en los niveles de felicidad individuales y colectivos— es llamativa”, señala la autora. Le damos la razón cuando en un momento de encuentro con uno mismo al estar leyendo reafirmamos que: “No merece la pena intentar aferrarse a las emociones sino más bien entrenarse para generar más positivas que negativas, hasta lograr un equilibrio sano entre ambas”. Ese es el tono del libro, que zigzaguea con la bocanada de filosofía y la practicidad de la vida real. Es cierto que en ocasiones nos rebasa la prisa ante lo obvio, y tal vez esa sea la función principal de Una mochila para el universo recordarnos que por muy aprisa que vivamos, siempre es bueno tomar una pausa para confirmar si vamos en el camino correcto, si estamos dando un abrazo como se debe, si somos lo suficientemente felices con lo que nos rodea. Conocer, en suma, un poco más de las emociones y su funcionamiento. Elsa Punset, Una mochila para el universo. 21 rutas para vivir con nuestras emociones, Editorial Diana, México, 2013; 313 pp. Texto aparecido en la Revista Siempre¡ del domingo 16 de junio 2013.

lunes, 3 de junio de 2013

El primer día

Toda librería de viejo que se precie de serlo, tanto en México como en otras importantes plazas como Buenos Aires, debe contar en su acervo con algún ejemplar de Luis Spota. Autor que por momentos parece olvidado, pero es sin duda una figura de gran importancia en la literatura de nuestra lengua. Quizá su obra más reconocida sea Casi el paraíso, sin embargo cada espacio donde se expresó dejó una huella que permea, se mueve, sigue. Sobre todo en lo que respecta al tema del poder y las relaciones de los poderosos como por ejemplo con su serie “La costumbre del poder” donde se incluye el volumen que nos ocupa: El primer día. Publicado en 1977, esta obra ha alcanzado los miles de ejemplares gracias a las reediciones, aunque deberíamos decir que es sobre todo gracias al interés que siempre suscita el tema y que en esta ocasión se conjunta de excelente forma con una pluma fina que hila, construye y genera emociones sobre un tema particular. La fuerza de Spota está en varios pilares: sus personajes, su trama, su lenguaje. Por donde se mire se disfruta. (En su momento la revista Nexos publicó una reseña, que en Internet se puede consultar, donde no deja bien parado al autor, sin embargo el tiempo sigue generando lectores para Luis Spota). Y es que en la trama de El primer día, retrata a una clase política que hoy se encuentra mal calificada, mal evaluada, allí está pues otro motivo para la lectura (o relectura), y es que cómo no va a conmover si de pronto se pregunta el personaje: “¿Hay alguno más débil que el hombre que acaba de entregar a otro la presidencia del país?”. Aurelio Gómez-Anda, el Presidente en su primer día como expresidente, sabe y piensa en voz alta de lo que se trata: “Porque eso es la Presidencia, Fermín: un oficio con sus reglas… un oficio que nadie puede enseñarte; que tienes que aprender tú solo, y únicamente cuando estás arriba… sus libertades son muchas, también lo son sus limitaciones… si eres verdaderamente fuerte puedes ir más allá de esas limitaciones… más allá empieza la dictadura”. A Spota lo flanquean su vida periodística y personal que le dieron mucho material para sus obras. Sin duda su paso por la radio y la televisión, así como por el cine le dan ese toque enigmático de figura que recibe reconocimientos diversos, como la calle que lleva su nombre en la delegación Benito Juárez de la capital del país que en algunas láminas de la nomenclatura está escrita con falta de ortografía, dice “Espota”. Es tal vez por esa variedad de espacios donde se desenvolvía que muchos no lo consideraban pilar de la literatura mexicana, pero el tiempo sigue acomodando todo en su lugar, y el paso del mismo sigue dejando en los estantes de bibliotecas personales y de librerías de viejo, ejemplares de sus obras, el nombre de Luis Spota es recurrente, lo saben los hombres y las mujeres de letras, todos deben haber leído al menos alguna vez al autor de líneas clave para entender el poder el México. El primer día es un repaso de la vida política, una escena multiplicada por cientos de días de quien gobierna y las decisiones que toma, la acciones que toma, que se van desgastando conforme sus horas se agotan. Es también el recordatorio de que el poder no dura para siempre, es sin duda el pulso de un momento particular, de allí que muchos políticos deben recurrir a este ejemplar en particular de la obra de Luis Spota para entender mejor lo que viene, o lo que ya viven. Las reglas de poder son claras, Spota las sabe, las aprendió en su momento de diversas fuentes y las plasma en la obra para que sus lectores tomen nota y no se sorprendan. Es una crónica, un relato, una historia real con fragmentos de ficción o quizá viceversa. El punto es que se disfruta por su alto nivel literario: “Lo preocupó de pronto una sospecha. Lo angustió después una zozobra. Terminó sofocándolo una certeza”. Las lecciones son del siglo pasado, esto es, fueron escritas en ese momento, pero también es cierto que pueden aplicarse a la realidad contemporánea: Por ejemplo: “hazle saber al pueblo con frecuencia que estás haciendo un buen gobierno. Repítelo, repítelo, repítelo, y si lo repites con suficiente convicción, acabarás por creerlo”. De eso va esta novela, de decirnos que “El Poder no se rinde. El Poder se gana: lo hace uno a su medida. El Poder es de quien lo ejerce, del que lo usa para generar más Poder”. Páginas de un gran autor cuya ficha curricular es por todos conocida, y que este 13 julio festejamos un año más de su natalicio. Luis Spota, El primer día. Grijalbo cuarta edición), México, 1977; 582 pp. Texto aparecido en la revista Siempre¡ del 2 de junio de 2013.