martes, 22 de octubre de 2013

El matrimonio de los peces rojos

Es de las narradoras mexicanas que más ha llamado la atención en fechas recientes, y con justa razón. Guadalupe Nettel (1973) es dueña de un estilo propio que se logra a base de trabajo, signos de identidad que se agradecen, y que mantiene la fórmula que hace pensar al lector en sí mismo y en su posición en este mundo. Ahora nos presenta El matrimonio de los peces rojos, volumen acreedor al Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, formado por cinco piezas con independencia en la fuerza y con fortaleza en su conjunto. Abre el que le da título a la obra y nos muestra las vivencias de un matrimonio joven que por regalo de una amistad de pronto son dueños de un pez rojo que, piensan, requiere compañía. La pregunta salta: “¿Podría hablarse del destino en el mundo de los peces?”, y es que los problemas de la pareja de peces y la del matrimonio joven parecen reflejarse: falta de espacio, molestias que incrementan con ganas de deshacerse del otro. La trama es un toma y daca que presagia lo peor. Le sigue “Guerra en los basureros”, donde un adolescente es enviado a casa de sus tíos por problemas económicos de sus padres, desde esa tribuna tratará de descifrar el mundo ajeno de sus primos, de sus compañeros en la escuela, y sobre todo de la chica del aseo, quien vive junto con su madre en la planta alta de la casa familiar, sitio donde también le hallaron asilo al sobrino arrimado. La trama lleva a la cucaracha en espíritu y forma de lucha, la fumigación de la plaga es la aventura y la decisión. La cucaracha, para algunos es el simbolismo de la nada, es a final de cuentas una especie de protección hacia todo lo desconocido (“¿O fue acaso la sensación de familiaridad la que me produjo el rechazo?”). Es una repetición constante, pues por alguna razón para el protagonista de este cuento las cucarachas “casi siempre terminan convirtiéndose en una obsesión”. El tercero es “Felina”, una especie de confesión de una universitaria, para usar el lugar común, con todo el futuro por delante, pero que por una aventura de una sola noche con Ander, su compañero de piso durante apenas un mes, tiene que hacer una pausa para replantearse lo que quiere. Lo impactante son las similitudes que conlleva su embarazo con el de Greta, su inseparable gata quien junto con Milton, pareja de la minina, le dan el toque de familia a un departamento testigo de los altibajos emocionales de ambas. El embarazo es un pretexto para atestiguar la manera en que se copian patrones y vemos la realidad en otros ojos. Como signan las líneas de la trama: “Los vínculos entre los animales y los seres humanos pueden ser tan complejos como aquellos que nos unen a la gente. Hay personas que mantienen con sus mascotas lazos de cordialidad resistida”. Por eso tampoco sorprende el papel de la asesora universitaria, Marisa, en veces mamá, en otras amiga, el perfecto balance con la vida real. Quizá la trama más predecible, pero no por eso de menor calidad. Prosigue “Hongos”, un cuento que en el nombre mismo genera morbo, va de un matrimonio maduro sin hijos donde por coincidencias de la vida, ella tiene que salir de viaje de trabajo y en ese lapso conoce y se enamora de un destacado músico. La infidelidad se presenta, sobre todo bajo el razonamiento de que “Cuando una relación tiene una fecha de caducidad tan clara como la nuestra, ni siquiera perdemos el tiempo en juzgar al otro”. Es allí precisamente cuando toma un nuevo ritmo la trama, en las ganas de ella de olvidarlo, y en los tantos pretextos para saludarse, enviarse mensajes, mails, usar los más viejos trucos de seducción. Ella pone en riesgo su propio matrimonio, y posteriormente también su propia forma de ver el mundo, mientras que el músico sigue con su vida de casado, problemas cotidianos y esa especie de hongo que le ha crecido en diversas partes del cuerpo porque sabe que “Erradicar un hongo puede ser tan complicado como acabar con una relación indeseada”. La pieza que cierra el libro es “La serpiente de Beijín”, donde de nuevo es a partir de una búsqueda por las raíces familiares, que incluyen un viaje al lejano oriente, donde un padre y al parecer abnegado esposo encuentra la infidelidad. Pero rompe la dinámica cuando en la casa familiar levanta más sospechas que construya una pagoda en la parte de arriba y que adopte actividades que incluyen rituales orientales y una serpiente rara. Las sospechas de la madre y las pesquisas del hijo dan por resultado un final inesperado, el conjuro para deshacerse del recuerdo y la complicidad para que esto suceda. Llevando al reptil como símbolo de fortaleza, un ritual encadenando trampas al sentido. Todos los cuentos nos hacen recordar por momentos a la Nettel de El cuerpo en que nací, donde un desgarre, una cicatriz con su sangre emanando es también el confín de satisfacciones quizás únicas del personaje. Sin duda, El matrimonio de los peces rojos es un libro que se recomienda lectura y relectura, y es que la literatura de Guadalupe Nettel se vuelve peligrosamente adictiva. Guadalupe Nettel, El matrimonio de los peces rojos. Páginas de espuma, México, 2013; 120 pp. Texto publicado en la Revista Siempre¡ del domingo 20 de octubre de 2013.

miércoles, 16 de octubre de 2013

La buena tiniebla

Una muer desnuda y en lo oscuro genera un resplandor que da confianza de modo que si sobreviene un apagón o un desconsuelo es conveniente y hasta imprescindible tener a mano una mujer desnuda entonces las paredes se acuarelan el cielo raso se convierte en cielo las telarañas vibran en su ángulo los almanaques dominguean y los ojos felices y felinos miran y no se cansan de mirar una mujer desnuda y en lo oscuro una mujer querida o a querer exorciza por una vez la muerte. Mario Benedetti en "Geografías"

lunes, 7 de octubre de 2013

De decisiones apresuradas

Puede ser debido a la crisis, quizá el momento, tal vez el contexto es el que influye, pero lo cierto es que sin importar la variabilidad de la razón, el resultado es similar: estamos tomando diversas decisiones apresuradas en nuestras vidas. Y se empieza a notar con resultados comprometedores, con ajustes sobre la marcha por la mala planeación, porque al construir las bases se hizo olvidando el espacio para la reflexión, el análisis necesario. Las acciones de gobierno por ejemplo, ponen a algunos en la disyuntiva del todo o nada, están a favor o en contra, pero en ocasiones ni siquiera han brindado el lapso para la lectura, el análisis, llega la negativa antes que la reflexión. Evitar el debate es promover la falta de argumentos y de consensos. Los medios de comunicación igual figuran en esta parte como actores. Pues privilegian estos opuestos, no hay espacio para el “depende” y su gran poder. Se necesita un respiro para analizar la información, darle credibilidad al argumento, tener claro a lo que se quiere llegar con lo que se está diciendo. De pronto pareciera que lo conveniente es estar con las mayorías, y algunos se recargan en demasía en el proceso de adaptabilidad con tal de quedar bien, verifican el tamaño de la ola y buscan la manera de subirse, sobre todo en cuanto a rumorología se trata. No se hace un pequeño hueco para verificar la información o siquiera para saber si lo que en redes sociales virtuales por ejemplo, se va a compartir o a decir, es medianamente cuerdo. Lo que impera e impacta ahora es la inmediatez, se va tan deprisa que no importa si es erróneo, nadie lo notará porque pasará inadvertido en cuestión de instantes. La inmediatez consume. La suma de instantes no está construyendo ni dejando un legado certero en nuestro presente. Cuando los hombres y mujeres del mañana quieran analizar nuestro época habrá toneladas de cifras, frases, cantidades exageradas de testimonios, pero poca información de calidad, y no toda será la adecuada para darse una idea del pasado. La cuestión es ¿Cómo entonces nos vamos a definir? En la generación de la inmediatez, de los contenidos rápidos (como la comida y el tiempo para comer), la fugacidad de los deleites. Pocas rendijas estamos dejando para la definición, la construcción de identidades (si ahora el avatar y el perfil falso conviven al lado nuestro). Baste como botón de muestra un espectáculo público como lo es un concierto donde se pueden ver a cientos o miles de espectadores grabando o captando las mejores imágenes con sus teléfonos inteligentes, desde donde miran el espectáculo y desean compartirlo a la brevedad. No disfrutan lo que ven en vivo, sino disfrutan (quizá presumen) el contenido del que de alguna u otra forma, están siendo parte. Y el disfrute es fugaz, al término de ese concierto ya se piensa y planea la asistencia al siguiente, no ha pasado tiempo para estructurar la anécdota narrativa, quizá la visual sí a partir de las tanta fotos levantadas, pero ya fue, es historia, lo que importa es lo siguiente, elevar el récord personal. Las modas son distintas porque el proceso para llegar a serlo también lo es. El tiempo que se llevaba la generación del anhelo, aquel que nacía con la expectativa de obtener algo y posterior a ello, tenerlo, ahora es rebasado porque la moda cambia de manera más rápida, y cuando apenas el individuo ha juntado el recurso para adquirir el modelo reciente del teléfono inteligente de moda, resulta que anuncian uno más nuevo. Tiene que ver también con la forma de valorar lo que poseemos. La generación de necesidad, el camino para la obtención de lo deseado, lo que entre otros el poeta griego Constantino Petras Kavafis nos legó en su “Ítaca”, el camino se disfruta tanto como la llegada, el esfuerzo tanto como el logro. Y sobre todo la emoción, el disfrute de la sensación de esperar, un oficio que empieza a perderse, el de la paciencia, el de no hacer nada, el de respirar con calma, el de disfrutar el instante de soledad, cerrar los ojos y sentirse único. Que ahora se ve rebasado vertiginosamente por la pantalla del celular, el ruido de los vehículos que corren en la vía y la preocupación por “hacer” algo, por moverse, porque el ritmo de vida así lo exige. Es importante que regrese el espacio para la reflexión, incluyendo la propia, que evite las prisas para tomar mejores decisiones, que sean a mediano y largo plazo y no en el constante cambio que en ocasiones no genera desarrollo ni mucho menos bienestar o felicidad. Texto aparecido en Suplemento CAMPUS de Milenio Diario el jueves 3 de octubre de 2013.

domingo, 6 de octubre de 2013

De la idea a la práctica

Pocos lo ubican por su trabajo en el Gobierno de Michoacán como coordinador del gabinete social hace algunos años. Pero de allí saltó a formar parte activa en el gobierno del presidente Felipe Calderón en funciones clave en la alimentación y salud de los mexicanos, es Salomón Chertorivski, quien en De la idea a la práctica comparte a título personal algunas de las actividades que más le han ayudado en su paso en diferentes espacios de la función pública donde le ha tocado estar. Esta experiencia en la administración pública en el ámbito federal comenzó en Diconsa, siguió en el Seguro Popular y culminó en la Secretaría de Salud (actualmente se desempeña como Secretario de Desarrollo Económico en el Gobierno de la Ciudad de México), y la plasma en seis capítulos ordenados de manera cronológica en el ámbito del servicio público, desde la llegada hasta la transición. Salomón Chertorivski nos habla de cuestiones de liderazgo pero también de la realidad que se vive ya en el terreno de batalla, donde los errores pesan más. Intercala algunas declaraciones de gente que ha trabajado con él, como el Director de Desarrollo de Diconsa, quien señala: “Se trata de un trabajo político, no de la política relacionada con el poder, sino del convencimiento, de leer a la gente y de que te lean. Se tienen que dar cuenta de que tú no vienes a quitar, sino a ofrecer”. Uno de los consejos más contundentes que brinda, luego de su paso por algunos cargos, es el siguiente: “el funcionario prefiera siempre obtener resultados que marquen diferencia y no transformaciones marginales”, porque a su modo de ver “es importante que los resultados no sólo sean precisos, sino además visibles”. Sin embargo, en la lectura también podemos observar que en ocasiones sus “ejemplos muy significativos” así como sus expresiones del tipo “transformación profunda” son como baches para la lectura misma. El ritmo de superación personal puede ser engañoso, como riesgosas algunas líneas que pueden hacer que el lector deje el ejemplar: “aprendí que la cooperación con las diversas instituciones es una forma útil de contribuir a la continuidad de un proyecto”. Pero quitando las obviedades, es un libro que sin duda es útil para aquellos novatos en la función pública, es también un material de lectura recomendada para quienes trabajan desde hace años con los mismos patrones y aspiran a salir de su área de confort. Es pues una exposición clara y sustentada de una experiencia personal, que se agradece deje su testimonio. Salomón Chertorivski, De la idea a la práctica. Experiencias en administración pública, Random House Mondadori, México, 2013; 173 pp. Texto aparecido en Revista Siempre¡ del domingo 6 de octubre de 2013.