miércoles, 30 de julio de 2008

El instinto por costumbre

Que la gente no piense
que soy menos hombre
por carecer del llanto de los humildes
o de las cristalinas manos de un pueblo
que juzga de manera inadecuada.

Que la idea alojada
en sus pensamientos no sea
la de pusilánimes gritos
ante el confín de cuerpos.

Que la gente no diga
que no soy el elegido,
la debacle, el derrumbe,
si llevo, a manera de amuleto,
el instinto por costumbre.

Que no se culpe al pasado
ni a la melancolía tan dispuesta siempre
a ser sacrificada en la lista,
que no se culpe a la familia,
el gesto agrio del padre lo amerita
la dulce sonrisa de una madre es la ceniza
de todos los fuegos extinguidos.

Por último, que no se culpe al destino
si por oficio he escogido cargar a cuestas
con esta personalidad que se funde,
en el instinto por costumbre.

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