miércoles, 30 de diciembre de 2009

Trabajos del reino

Por alguna razón de esas mágicas o no del todo conocidas hay autores que transmiten y no sólo narran sus historias. Comparten de manera natural la trama que forjan sin forzarla, como si respiraran van creando imágenes, situaciones, climas propicios para las acciones designadas, ese es el caso de Yuri Herrera (Hidalgo, 1970), quien en Trabajos del reino apunta a favor de la buena hechura, y de la sagacidad del ritmo.

Esta novela ganó el premio Palabras de la Frontera en 2004, pero como suele pasar con algunos galardones de poca difusión, no llegó a todo el público interesado, y fue hasta que le pertenecieron de nueva cuenta los derechos de la misma novela a Herrera cuando pudo venderla en España a editorial Periférica que está apostando con escritores latinoamericanos jóvenes

El mundo del narco es el eje central de la trama con el condimento de lo más humano no de los capos, sino de quienes conviven con ellos. Los pasadizos que delinea con buen tino Yuri Herrera son celebrados al por mayor, sobre todo por el lector deseoso de saber qué oculta tras una guitarra y tras su voz, el cantante que nos lleva como en cuaderno pautado por las emociones de este clima tan propicio para el asesinato.

La dinámica de los capítulos breves hace más contundente cada ocasión. Así nos vamos enterando de la personalidad del Artista, y sus pasos para llegar a pertenecer a la casa del señor poderoso. Sus actitudes hablaban antes que su talento histriónico: “Apretó los dientes y percibió de pronto que podía pensar con gran claridad. El rechazo de los otros lo definía. A la mierda qué, si a ellos cantara sí dolería, pero el Artista, al cabo, lo que le gustaba era mirarle los ojos al que oía, alborotar esqueletos en la pista, cantarle a gente de verdad”.

El manejo de los personajes es una de las fortalezas de Herrera, si bien los escenarios no son lo más logrados al menos sí cumplen con las características de hechura de lo que se supone es esa atmósfera sin horarios, sin complicaciones cuando se forma parte, sin vida cuando se es enemigo.

Las vivencias con diferente fauna del gremio es un toque de quiebre, punto alto en la narrativa del autor, allí, se factura la catástrofe con tintes amargos, el juego de seducción atraviesa por un trance, la prostituta toma lo que de suyo nunca le ha pertenecido, quiere y desea instruir al artista, sabe que su manos sirven para algo más que entonar canciones, pero también conoce de sentimientos humanos: “No te voy a pedir perdón –dijo; se quitó y se acostó al lado-, sólo es que no sé cómo tratar a los hombres que parecen buenos”.

Y es que así es el artista, un hombre bueno que soñó un día con ganarse el pan y la vida cantando sus canciones, el primer paso fue componiendo corridos para los poderosos, luego ya no se pudo salir de ese mundo, porque las opciones eran pocas, contadas, terminales.

La cultura tan de moda de los narcocorridos hace que por momentos más de uno piense que es sólo un adorno más en el sofisticado gremio de los poderosos del lavado de dinero y las drogas, pero hay otros que piensan que no es así, que “el corrido no es un cuadro adornado la pared”, y que Trabajos del reino es una novela inteligente y bien narrada, que merece una lectura sincera, sin calificaciones preconcebidas.

No se lea pues, es un consejo, como novela del narco, porque no lo es, sino que es una narración sobre uno de los tantos mundos que nos rodean, y de los que sabemos, poco a poco se acercan más a nosotros.

Por fortuna dentro de esta moda de los libros sobre esta actividad ilícita, o que tiene a protagonistas de ese mundo como actores principales de sus páginas, Yuri Herrera demuestra que un tema, cualquiera que sea, o por espinoso que parezca, puedes salir bien librado si se sabe narrar, si se comparte con sabiduría y con buen ánimo, de allí que sea un verdadero acierto, haberlo rescatado de esa lápida que casi lo manda al abandono.


Yuri Herrera. Trabajos del reino, editorial Periférica, España, 2008, pp. 135.

Texto aparecido en la revista Siempre de esta última semana del año 2009.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Marketing político digital

El marketing político ha cobrado fuerza y relevancia en años recientes en México. Las campañas políticas cada vez más recurren a servicios de profesionales de la estrategia electoral, la cual ha empezado a contemplar un nuevo elemento: el marketing político digital.

Es un concepto reciente que cada día se escucha más. La penetración de internet en la sociedad debe llevar por lógica a que las estrategias para ganarse el voto volteen a utilizar esas herramientas. No por nada en México tenemos una penetración de 24.9 por ciento, pero se calcula que en 2012 llegaremos a 40 por ciento. Estados Unidos cuenta con 73 por ciento, para ponernos un parámetro.

Estas cifras las contempla el informe de este año de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), la cual señala que en México hay 27 millones 400 mil usuarios de la red, colocando a nuestro país en el número diez con acceso a internet en el mundo, y se calcula que seremos entre 30 y 32 millones de internautas en 2010.

Un dato por demás revelador nos ubica como el país número cuatro en cuanto a redes sociales se refiere, esto es, los mexicanos estamos en Hi5, Facebook, Sónico, Flickr, Myspace, entre otras comunidades digitales de manera permanente, transformándonos así en un objetivo para los políticos cuando se trata de promoverse para que los votemos. En el caso de Facebook, por ejemplo, cifras de la misma empresa señalan que los mexicanos registrados alcanzan los 5 millones 731 mil, lo cual representa más de 1.81 del porcentaje global. (Por cierto, su fundador, Mark Zuckerberg, acaba de anunciar que llegó la cifra global a los 350 millones de usuarios).

La segmentación es una parte definitoria en toda campaña, el fenómeno internet penetra en cada uno de los niveles socioeconómicos. El estudio de la AMIPCI, aparecido en mayo de este año, señala también que 63 por ciento de los jóvenes de entre 12 y 19 años son usuarios de internet. Esos son dos bloques importantes en toda campaña política: quienes votarán por primera vez y los niños que hacen que sus padres salgan a los eventos. Son las amas de casa y los niños y jóvenes quienes dan vida en buena parte a las actividades cotidianas de una campaña política.

Dicho estudio marca que 22 por ciento de los usuarios lee los periódicos en internet, y 11 por ciento escucha la radio. El tiempo promedio de conexión en México es de 2:54 horas y el horario estelar, de 16:00 a 18:00 horas. Información valiosa para que la clase política comience a colocar sus mensajes y propuestas de acuerdo con esos parámetros.

Sin embargo, es cierto que los políticos deben entender mejor estas herramientas de las redes sociales; no basta con estar en ellas, hay que saber aprovecharlas. En primer lugar, debe quedar en claro que hoy en día es impensable que un gobierno no cuente con página de internet; no obstante, recientemente el Índice Municipal de Información Presupuestal 2009, realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), señala que de 373 municipios analizados, siendo éstos representantes de 80 por ciento del PIB y 65 por ciento de la población general, 100 no cuentan con sitio web oficial.

Hay que entender este nuevo canal de comunicación. En el caso de una campaña electoral, por ejemplo, debe escucharse al elector, pues se le está dando voz, y cuando uno emite sus mensajes, deben ser breves, entretenidos, interesantes, pero, además, constantes. Como dice el volumen Comunicación política, dirigido por Alejandro Muñoz-Alonso y Juan Ignacio Rospir: “la comunicación política es, o al menos debería ser, una vía de doble sentido: tanto en el de escuchar como en el de hablar. Los políticos hablan muy bien, pero, de vez en cuando, también es importante que escuchen”.

Nada más obsoleto que un sitio web o un perfil social desactualizado, con un comentario de hace días o meses, quiere decir que no tiene tiempo y que no le interesa o importa. Si no se tiene tiempo, hay que decirlo. Lo señala bien Dick Morris en su libro Juegos de poder. Ganar o perder. Cómo juegan la partida los grandes líderes políticos de la historia: “la clave al usar una nueva tecnología estriba en tomarse el tiempo necesario para captar el potencial único que ella —y sólo ella— proporciona. Cualquiera puede reconocer una nueva herramienta para la comunicación y explorarla para el éxito político. Hace falta un político verdaderamente habilidoso —y afortunado— para reconocer las cualidades especiales del nuevo medio y utilizarlas de manera efectiva”.

El marketing político digital es un medio táctico que contempla la posibilidad de llegar de manera más directa al público, se comparte un interés particular y se identifica con la otra parte. Tenemos ejemplos de fenómenos en la red, quizá el caso más emblemático sea la campaña de Barack Obama, significándose por encima de otros logros su capacidad para recaudar fondos.

Esa dinámica en México no se puede dar por reglamentación; sin embargo, lo que sí se puede adaptar y mejorar es la fuerza de convocatoria para organizar grupos en favor de la causa, para que la gente participe en las diversas actividades, para que asistan a los eventos públicos, para que le den seguimiento en los medios de comunicación y, por supuesto, para tenerla informada.

Estar en línea es lo más normal, la gente se está acostumbrando a leer en la pantalla (PC, laptop, iphone, blackberry), allí está informándose ahora, se reúne, comparte conocimientos, imágenes, inquietudes y opiniones.

Dentro de esos grupos bien organizados está el de Twitter en México (todo un fenómeno, por cierto, pues es la palabra del año, según análisis como el de The Global Language Monitor) y, para ejemplo, cuando se manifestaron para que el impuesto a internet no se diera, orillando a personajes políticos como Carlos Navarrete, presidente del Senado de la República, a crear su cuenta en esa aplicación.

Otro ejemplo de la popularidad y penetración de internet lo vimos hace unas semanas cuando el grupo irlandés U2 tuvo en Pasadena, California, uno más de sus exitosos conciertos. Allí, en vivo, lo vieron cerca de 96 mil personas y, en línea, YouTube lo transmitió en vivo también a 16 países. Las cifras no oficiales hablan de cerca de un millón de cibernautas conectados.

La clase política debe entender las redes sociales como herramienta de posicionamiento; evitar su participación en ellas no sólo es quedarse fuera de una moda; va más allá, es dejar a un lado la posibilidad de sentir el pulso social. Pertenecer a ellas no es complicado, cumple con el beneficio de que no requiere estar en un solo lugar o en un horario determinado para participar.

El marketing político digital es, pues, un elemento más que debe contemplar un candidato (y un gobernante también) en su estrategia de comunicación. Las cifras hablan por sí solas, pero lo cierto es que en la calle, el sentir de la gente también nos hace ver la importancia de la web.

Texto aparecido hoy en CAMPUS Milenio.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Los rebeldes

En 1930 Sándor Márai (1900-1989) entregó el original de Los Rebeldes, era un joven y el mundo diferente. En 1988 decide revisar aquella versión y entregarnos una actualizada con esa tinta que da la experiencia; con un pulso más certero, quizá la balanza afianzada en lo que se llama vida.

Estas páginas son reveladoras y difícilmente pasan inadvertidas, la filosofía ocasiona atropellos cuando menos se lo espera el lector, quien se ve en la necesidad de reflexionar sobre lo que de suyo parece irrelevante, pues “en ocasiones vivimos cerca de alguien durante mucho tiempo sin saber nada de esa persona”. De eso va buena parte de la trama, de la gente en su interior y en su forma, de cómo somos y dejamos de ser, el cambio permanente, constante fuga de revoluciones internas que luego vuelven a la calma elemento agotado.

Tibor, Ábel, Erno y Belá son cuatro jóvenes que están a punto de enrolarse en las filas de los militares que le darán forma a la última etapa de la Primera Guerra Mundial, pero antes de eso quieren beberse y fumarse la vida a grandes pasos. El hueco que deja la ausencia de una figura de poder, o al menos de respeto, es llenado por un actor que conoce más de la vida, pero también de la urgente necesidad de compartir un poco el espacio donde convivimos.

La desesperación y la desgracia sobradamente se notan, mas los ajustes en la sintonía del contexto también perfilan lo que es de cada uno el más elemental juicio, porque si bien, como dice un personaje de Márai: “los ciudadanos se han acostumbrado a la guerra, como se acostumbra a la vejez, a la idea de la muerte y a cualquier cosa en este mundo. Ahora las calles están más sucias, han desaparecido rostros bien conocidos y muchos visten de luto. Sin embargo, no me pueden negar que entre las ruinas florece cierta prosperidad”.

Y es en ese punto climático donde el grado de sensatez cobra finura, en el cual los humanos llegan de nuevo a la forma, los sentidos agudeza, la voz un tono que reconforta, pues si bien no toda la vida puede ser color de rosa, y aunque nos esforcemos por hacer público que “el componente más noble de la amistad es la generosidad”, no siempre es así, e incluso podemos subir la apuesta: no debe ser así siempre.

Como adolescentes, el espíritu insatisfecho es una bandera que se debe presumir y agotar en la etapa que trata, los conocimientos que los cuatro personajes han forjado en cada paso dado debe calibrar mejor aun su participación en esta obra, y si bien se aprende a la mala: “la experiencia les había enseñado a desconfiar del enemigo y sabía que los adultos nunca les dirigía la palabra si no era para pedirles algo o para castigarlos”, no se debe dejar a los atajos todo el camino por seguir.

Sándor Márai entendió en buen tiempo lo que era su profesión de escritor, su papel en el mundo, concede tregua a lo que siente cercano, consciente en cada trazo de que “escribir también hace sufrir, pero menos que vivir entre los hombres”. Aunque no podía negar que “es la inspiración la que guía el pincel del pintor, pero sus consejeros son el estudio, la observación y la experiencia. Éstos son indispensables para el trabajo creativo”.

De allí que Los rebeldes venga, ahora en esta edición revisada por su propio autor, a ser la confirmación de una buena trama que respeta el tiempo y el espacio, que cuenta una historia interesante, pero que la cuenta con sentimiento y sentido de orientación, pues dirige al lector hacia donde quiere, lo lleva de buena manera por las vivencias crueles pero reales de una etapa que lo marcó y ello se percibe en muchas de sus obras.



Sándor Márai, Los rebeldes. Traducción de Marta Komlósi. Salamandra, España, 2009; 253 pp.

Texto aparecido en la revista Siempre de esta semana.