viernes, 5 de noviembre de 2010

La pobre cultura del político promedio

Con la seguridad que da la ignorancia sumada al cargo público que ostentan, algunos personajes públicos han cometido pifias kilométricas en su afán de querer demostrar una cultura que no tienen, en esa lucha encarnada con el ego que les dicta hablar (con seguridad aunque no con tino) en lugar de reconocer que no saben, no tiene el dato, o simplemente permanecer callados.

Los casos más recientes son protagonizados por los diputados locales de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Cristián Vargas del PRI al adjudicarle al escritor José Emilio Pacheco la obra “Crónica de una muerte anunciada”, así como de su par, la perredista (aunque no lo crea) Presidenta de la Comisión de Cultura, Edith Ruiz Mendicuti, al agregar erróneamente en la lista de sus obras al autor de “Las batallas en el desierto”, los libros 'Un tranvía llamado deseo' y 'Cuatro cuartetos".

Sería demasiado obvio y fácil señalar la incultura de estos dos legisladores, que no son los únicos, sin embargo el problema es de mayor fondo, el dilema está en la preparación que estamos recibiendo como país. Con una planta docente que es liderada por un personaje que desde que tomó posesión del cargo prometió luchar por una calidad educativa, pero lo único que ha logrado es desgastar la frase.

La desnuda muy bien el trabajo documental de Carlos Loret de Mola y Juan Carlos Rulfo, en una secuencia de imágenes se ve cómo desde 1990 lleva prometiendo lo mismo: calidad educativa.

El diputado Vargas (el filme “La Ley de Herodes” atraviesa fugazmente el recuerdo) dijo con referencia a las lecturas de las obras de José Emilio Pacheco que las conocía “porque desde la escuela te la enseñaban”. Seguramente así fue, en el recinto escolar lo enseñaron, pero por lo visto no lo aprendió, o como seguramente a algunos más, dejó de interesarle lo que allí se decía.

Para ciertos personajes la formación académica es sólo un requisito, un documento para conseguir un mejor empleo. El candidato presidencial Vicente Fox hizo su examen profesional para obtener el grado de “Licenciado”, pero eso no le brinda como acto de magia el conocimiento o la cultura general, ni a él ni a nadie, pues ya como Presidente, Vicente Fox confundió el nombre de un escritor emblemático de Latinoamérica, y es que tal vez nunca ha tenido en sus manos un libro de Jorge Luis Borges, de lo contrario no hubiera errado en un marco poco propicio para ello: el II Congreso Internacional de la Lengua Española en el año 2001.

Incluso algunos las utilizan para hacer pensar a los demás que saben (también se puede culpar a quienes escriben los discursos en todo caso), el ejemplo lo vivimos con la otra mitad de la pareja presidencial: Martha Sahagún, quien en un discurso realizó una cita de, según ella, “Rabina Gran Tagore” en referencia al Nobel hindú Rabindranath Tagore en diciembre de 2005.

El hecho de que nuestros representantes populares (es un decir) no tengan la cultura básica que supuestamente se enseña en la instrucción secundaria o preparatoria es un reflejo del nivel de alfabetismo que tiene México.

Es tiempo de darnos cuenta sociedad y gobierno de que la competencia del mañana inmediato se ubica en el mercado del conocimiento, y allí hasta el momento estamos a la baja. Ni siquiera a la defensiva. Los estándares mundiales son un reflejo.

Parece tarde pero habría que empezar a la brevedad, los gastos superfluos como el Festival Olímpico Bicentenario mejor enfocarlos a la educación. Y lo más preocupante es que se avecinan años electorales y en las campañas se descuidarán las directrices gubernamentales para mirar sólo en el bienestar de una figura: el candidato.

Lo de la “calidad educativa” suena bien. Incluso personalidades como Caros Slim se han referido a ella: “Necesitamos mayor calidad en la educación, buscar pasar de la alfabetización a la cultura digital; transformar la estructura de la educación para acceder a medios modernos electrónicos para facilitar la educación”.

Sabemos cómo podemos mejorar, dónde encontrar soluciones no ya para tener figuras políticas tan de primer nivel como José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet, sino simplemente alguien que no se confunda al leer “Influenza AH1N1”.


Texto aparecido en el suplemento CAMPUS de Milenio Diario

martes, 26 de octubre de 2010

Quitar al pasado con propuestas vacías. Un balance de las alianzas electorales

El discurso de los Presidentes del Partido Acción Nacional y de la Revolución Democrática la noche del 4 de julio era de victoria y júbilo por decir lo menos. Ellos ganaron, así lo decían, y al menos en los estados de Puebla, Sinaloa y Oaxaca levantaban la mano a sus candidatos aliancistas, todos ellos hasta hace unos meses identificados plenamente en las filas del Partido Revolucionario Institucional. Pero ese día, esa noche en particular, eran más aliancistas que nunca.
César Nava y Jesús Ortega se decían los grandes triunfadores de este proceso electoral 2010. Y era cierto, las alianzas ganaron la elección de esas tres entidades. Esa era su función, se fraguaron para la competencia de los votos, para derrotar a la otra opción, la del PRI que gobernaba.
Es necesario ubicar los puntos donde se afianzó ese triunfo. Lo dicho: las elecciones se ganaron con votos, pero hay que ver por qué perdió el PRI en esas entidades, y una de ellas fue que no se eligieron a los mejores candidatos.
En Puebla, además del Gobierno Estatal, en la capital tampoco el soporte no fue el requerido; elegir al candidato a gobernador es insuficiente ya, pues ahora juegan un papel cada vez más preponderantes los candidatos de las ciudades claves, donde hay mayor participación electoral, así como los candidatos a diputados locales.
En la capital de ese estado, Eduardo Rivero Pérez le ganó al priista Mario Alberto Montero Serrano, pese a una labor aceptable de la alcaldesa Blanca Alcalá, e incluso del anterior mandatario Enrique Doger, ambos tricolores. Allí sí se dio el caso de amarres políticos tenues, e incluso poco trabajados. La operación cicatriz careció de sustento o de realidad. La simulación al servicio de quien la requiere.
En Sinaloa el candidato Jesús Vizcarra contaba con gran apoyo en el centro del estado, pero no pudo penetrar en la zona norte, donde se dio la mayor diferencia entre el candidato de la alianza Mario López Valdéz, siendo expresidente de Ahome, donde se ubica Los Mochis, la diferencia de votos fue clave para obtener el triunfo (más de 100 mil sufragios), pues en el sur, el otro gran territorio de competencia, el Partido Acción Nacional jugó una buena carta con un expresidente de Mazatlán que aseguraba el triunfo local: Alejandro Higuera Osuna, y el apoyo estatal necesario para obtener el Gobierno.
El centro fue para Vizcarra, pero no de manera abrumadora: 182 mil 141 votos contra 126 mil 283 de MALOVA, esto es 55 mil 858 en su bastión tricolor. De hecho el PRI mantuvo la capital con el candidato Melesio Cuén, exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Pero sin lugar a dudas en el Estado, el carisma de MALOVA sumado al poderoso “cambio” que enarboló, resultó el ganador frente a la continuidad y al tema del narco con el que relacionaban al abanderado del PRI y del gobernador Jesús Aguilar.
Cabe señalar que durante el periodo en el que el Senador López Valdéz y el alcalde de Culiacán Jesús Vizcarra competían por la candidatura del PRI, siempre fue MALOVA arriba en las encuestas, durante la campaña hubo momentos en que esto parecía cerrarse, pero en las encuestas no hay nada escrito, y en las elecciones 2010 quedaron algunas lecciones a considerar.
Por ejemplo, pocos ejercicios estadísticos se acercaron a resultados reales. En Durango en su conteo rápido, Consulta Mitofsky dio ganador al candidato del PRI Jorge Herrera Caldera por 14 puntos porcentuales, cuando en el conteo del Instituto Electoral el exalcalde de la capital duranguense superó apenas los 2 puntos a su competidor Rosas Aispuro, también abanderado de una alianza, también priista pocos días antes.
Es cierto que en las encuestas cuando aparece una competencia cerrada, el resultado final favorece en mayor medida al candidato opositor, pues hay gente que dice que votará por la opción del mismo color que está en el gobierno, pero ya en el momento de elegir, cambia su voto.
En Oaxaca por su parte el candidato del PRI no pudo desligarse de la figura del gobernador Ulises Ruiz, y frente a Gabino Cué, con tantos años en campaña fue complicado posicionarse como una opción diferente, o como él decía transformadora. Había competido Cué en la elección anterior para gobernador y se habló incluso de que la ganó y “se la robaron”; de allí que hubiera un factor “ya le toca a Gabino”, y desde esa derrota estuvo en una campaña permanente, que alcanzó un punto alto en la elección para Senador; para éste 2010 lo adereza con el mensaje de unidad ligada al cambio. Incluso el PRI mantuvo la capital por un cerrado margen que apenas rebasó los 2 mil votos.
Nada más dañino para una campaña que la simulación, esto es listados inflados, supuestos territorios ya recorridos en el mapa pero no en la calle, nombres falsos o rescatados de directorios igual de dudosos puestos en las bases de datos con las que se presume tomarán las decisiones. La recomendación de la auditoría siempre es bienvenida.
Todos los candidatos ayudan a ganar o a perder. Una mal combinación de candidato a presidente municipal y de diputado local puede restar incluso en la campaña de gobernador. Sus labores de gestión, de organización y sobre todo de operación en el periodo de campaña se ven reflejados el día de la votación, no basta pues una buena campaña en aire y en tierra, hay que trabajar el día D, aceitar la maquinaria y saber los pormenores en todas las secciones, en cada casilla, ganar la voluntad de los líderes locales.
En Campeche el año pasado hubo elecciones, allí se dio un caso interesante de voto diferenciado, pues la capital la ganó el PAN por primera vez en la persona del exdiputado local Carlos Rosado Ruelas, pero los seis distritos locales fueron para los candidatos del PRI, y allí mismo, el hoy gobernador Fernando Ortega Bernés obtuvo más votos que la opción del PAN.
El otro gran tema es el de las propuestas. Cuál opción garantizaba lo que la gente quería; aunque claro, primero había que preguntarse qué quiere la gente. A nivel nacional todas las mediciones coincidían en los temas: mayor seguridad, generación de empleo, erradicación de pobreza, ya en lo particular podían variar hacia el tema agua, basura, vialidad, entre otros. Pero seguridad y empleo estaban en todo el país.
Nadie tomó como suya en su totalidad la bandera del empleo, quizá el referente del Presidente Felipe Calderón dejó en claro que no se podía ser el “Presidente del Empleo” en campaña, y en la vida real ya en funciones, una cosa diferente. La situación no da para tanto, el ambiente económico y social requería líneas discursivas esperanzadoras, pero a su vez reales.
Los resultados del 2009 en la elección intermedia fueron un termómetro de cómo venía comportándose cada entidad, pero no por ello se garantizaba un escenario similar, pues cada elección es diferente. Lo cierto es que esa nueva composición que se dio en las elecciones llamadas intermedias, fueron un factor para que los diputados federales que entraron en funciones hace poco menos de un año, operaran en sus entidades a favor de su causa.
En Sinaloa los ocho distritos federales fueron ganados por los candidatos del PRI, en Puebla salvo el Distrito Federal 11 que es la cuota correspondiente al Partido Verde Ecologista de México, el resto de los 16 son tricolores, y en Oaxaca las 11 curules federales fueron para el mismo PRI. Esto es, de un año a otro el escenario de triunfo no soportó el mismo tono del sufragio.
La fortaleza que obtuvo el PRI no le alcanzó en esos tres escenarios, aunque sí recuperó gubernaturas y afianzó algunas que tenía, pero muchos daban por sentado que barrería, incluso la Presidenta Nacional del instituto Beatriz Paredes lo mencionó en medios de comunicación: “carro completo”, para hablar su mismo idioma, lo cual alentó la noche del 4 de julio a los aliancistas, pues cualquier fisura en esa proyección de la tlaxcalteca sería tomada como triunfo, por eso el ánimo victorioso en las oficinas de los Partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática.
Ahora bien, no debe espantarnos este tipo de alianzas, en otros países se dan de manera recurrente para la gobernabilidad, en algunos escenarios se han unido para contrarrestar a otros actores, digamos que se puede estar llegando a una madurez política. Aunque la realidad diga que no. La de México debería ser o al menos calificarse como una etapa cíclica, de renovación, los colores son una idea, los candidatos un mensaje, y la propuesta…, pues se basó en el caso de los aliancistas en quitar a quienes estaban o habían estado por tantos años al frente del poder.
Por ejemplo Rafael Moreno Valle en Puebla ubicó el mensaje de unidad, cambio y ciudadano, éste último de gran valía ante la mala percepción y calificación de la clase política en general, aunado, por qué no decirlo, a una imagen fresca frente a la desgastada, por decir lo menos, de Javier López Zavala el abanderado del PRI.
Cabe la pregunta, con esa propuesta bastó para convencer a la gente de votar a favor de la alianza o en contra del PRI, la respuesta que aventuramos es no. No porque hay otros factores, no porque las labores de gobierno realizadas se desviaron de lo que la gente quería, no porque el candidato también cuenta, la operación, la relación a nivel nacional, así como el acompañamiento geográfico de la elección.
A qué nos referimos con esto último, baste ver el nuevo mapa político en la zona de la costera del océano pacífico: salvo Colima y Nayarit, ese territorio está vestido de los colores aliancistas, Nayarit tiene elección a gobernador el año próximo, se prende un foco rojo de nueva cuenta. La posición geográfica es obvia, los apoyos también, las guerras internas de los mismos partidos y actores políticos mueven sus piezas. ¿Quién gana al interior del PRI con las derrotas de esos tres estados?
Ahora los nuevos gobiernos, no sólo los aliancistas, sino todos los que entrarán en funciones, dan a conocer las alineaciones de sus equipos de trabajo, y se genera el debate sobre los elegidos, pues en el caso de los gobernadores aliancistas si requieren gente de confianza, de dónde los eligen si no es del anterior partido donde militaban, salvo claro, las cuotas que deben pagar por haber abanderado los colores de la alianza.
Los análisis actuales se centran en si la fórmula de las alianzas se repetirán en los procesos de 2011 y 2012. Ya hay indicios en el estado de Guerrero, primera elección del año próximo donde se podrá comprobar esta teoría. Cabe recordar que en Acapulco, la joya de la corona guerrerense en la elección pasada triunfó Manuel Añorve (quien ahora abandera la candidatura al gobierno por el mismo PRI), debido en gran medida a que las fuerzas opositoras PRD y Convergencia no se aliaron en su momento, y cada uno propuso a su candidato lo cual dividió en lugar de sumar.
Ahora el gobierno encabezado por Zeferino Torreblanca del PRD y las huestes del perredismo nacional han decidido que su candidato sea un expriista, cumpliendo al menos con uno de los requisitos que tienen los tres triunfadores aliancistas del 2010.
Aunque sin duda la lupa electoral estará puesta en el Estado de México, donde muchos ya empiezan a calificar como el primer acto de la gran puesta en escena que será el 2012, y hay incluso aventureros que señalan que lo que suceda allí se repetirá a nivel nacional, como si olvidaran que el triunfo de Arturo Montiel primero y luego de Enrique Peña Nieto hayan ayudado al PRI en sus derrotas frente al PAN de Vicente Fox y de Felipe Calderón, que no se confundan.
Las alianzas fueron exitosas porque ganaron. Tan sencillo como eso, porque nacieron para ser electoreras. Ya como gobierno otra cosa será, se le dedicarán las páginas y la tinta necesaria, pero por el momento, a Rafael Moreno Valle, a Mario López Valdéz y a Gabino Cué nadie les puede negar el nombre de señor Gobernador.

Texto aparecido en la revista Metapolítica.

sábado, 12 de junio de 2010

Rumbo

La poesía es un recordatorio, un paisaje y un anhelo. Es quizá más sentido que palabra, dosificar las expresiones, compartir el artilugio menos favorable una mañana. Lo sabe Ricardo Pérez Monfort (Ciudad de México, 1954), lo maneja a la perfección en Rumbo, su reciente entrega de versos que se compone de dos partes, la que le da nombre al ejemplar y Jazz y whiskey, donde hace público lo que algunos guardan: “Después de la ambigua situación/ de no saber qué recuerdo escoger/ para pensarlo todo otra vez”.
Pero no basta recordar, hay que saber elegir entre de la variedad que se anida en la memoria. La lista sucumbe en el juicio de las emociones, pues el recuerdo es de nueva cuenta el protagonista cuando sale a la luz, cuando lo contemplamos como su tuviera una nueva vida, un nuevo aliento que expande su reciente vida a quienes lo procuran.
La construcción del escrito, el verso, el ritmo, la importante incógnita de lo que depara una página en blanco, la rispidez de la idea cuando se fragua, el sonido impuro del nacimiento, la llaga que se templa con la figura exacta, el acto de escribir en perfecto estado de lucidez. Sin fuerza que atestigüe lo complejo, sin atadura que estropeé el momento. Carente de luz artificial, pues lo que se quiere y de lo que se trata es de decir (algún decir) antes o después de saberse de nueva cuenta humano.
Rumbo comparte esa capacidad para escuchar, actividad en peligro de extinción, acción que habla bien de la persona, en este caso un autor que a su vez nos hace cómplices de sus gustos musicales, las señas particulares de las notas que le han acompañado en su tramo de décadas.
Y su dedicación en ocasiones encuentra inspiración en lo que no todos los ojos miran: “Un trago que abandona la botella entera/ en esa planicie plagada de biznagas/ que es mi escritorio fúnebre/ esta noche de domingo,/ cuando todo lo que debí hacer/ se quedó entre la botella, el vaso, el hielo/ y las enormes ganas de escribir…”; el oficio y el pretexto que siempre calibran el pulso sobre todo cuando se liga con expresiones que rompen los significados comunes, por ejemplo un abrazo de “yanotedejoir”.
En la segunda sección de la obra se nota un comportamiento más cercano: “Cada presa será responsable de sus íntimas impericias/ y tendrá que sentir en carne propia/ lo que es deambular, día a día, tras las rejas de una habitación/ construida para demostrar sus internos cautiverios”.
A la par de lúdico, alegre, retador, consciente del piso en que baila y se desenvuelve, sabedor de los términos, del riesgo que coloca en cada orden y del acento en cada línea, canto y gozo, sin dejar de lado la estructura esencial de lo que fue: “El pasado es sólo eso que se queda en la memoria:/ entreverado con lo que uno hubiese querido que sucediera/ y lo que uno recuerda”, esgrime en “Regresos” y ubica su segunda parte en “De Regreso”: “Otra vez el recuento de lo que pudo haber sido./ El brillo de la posibilidad./ Las palabras abiertas para ser llenadas/ con lo que sea su voluntad”.
Esa sensación de desesperación frustrada, encontrada, quizás incluso amaestrada.
Esta segunda parte contiene buenas formas de lo cotidiano en franco reflejo, el anhelo de lo que todos hemos buscado y de lo mucho que somos como protagonistas de una historia que tiene silencios y paraísos: “Allá y aquí/ tú y yo,/ somos dos habitantes/ de pequeños lugares/ que cuando estamos juntos/ son lugares, una vez más,/ cercanos al paraíso”.
Rumbo es un libro de poesía que exige lectura y atención, que sabe que el tiempo es un compañero de viaje, que los recuerdos permutan emociones, que los decibeles que el grito final evocará forman parte también de un placentero minuto fugaz.


Ricardo Pérez Monfort. Rumbo, Editorial Terracota (Colección La escritura invisible), México, 2010; 79pp

Texto aparecido en la revista Siempre¡

sábado, 29 de mayo de 2010

Nada que esperar de una universidad sometida al populismo y mercantilismo global

Crisis en Grecia
Víctor Ivanovici, académico de la Universidad Aristóteles de Salónica, hace un balance de la situación económica y social que se vive en estos días en esa tierra tan llena de historia


La Universidad Aristóteles de Salónica está situada en la ciudad del mismo nombre, segunda en importancia de Grecia, sólo detrás de Atenas. Desde allí, el profesor de literatura Víctor Ivanovici hace un balance de la situación económica y social que se vive en estos días en esa tierra tan llena de historia. Más de 400 mil habitantes conviven con las edificaciones clásicas como las iglesias de San Demetrio, San Jorge y Santa Sofía. El catedrático hace un balance puntual de la situación política, por orden de gravedad: “primero, los malos gobiernos que padece el Estado griego desde que existe (1830)”. Nacido en Tulcea, Rumania, en 1947, enuncia al “populismo distributivo de la administración socialista (PASOK), a finales de los ochenta, y a la incapacidad y las malversaciones del último gobierno de centroderecha (Nueva Democracia). Y tercera, la corrupción arraigada que incluso corrompe a quien no roba, pero tolera que otros lo hagan”.

Incluso el traductor del griego, rumano, español, francés, portugués, catalán e italiano, va más allá en el comentario: “y hay otra corrupción más sutil y peligrosa que ésta, que consiste en apañárselas con el inmovilismo e incluso sacar provecho del mismo”.

Una razón más es el modelo económico europeo con el euro como moneda única que, ante una política económica común o coordinada, genera problemas en algunos países.

Como ahora en Grecia, pues, desde la perspectiva del profesor, “si la economía griega colapsa, es de esperar un efecto de dominó que afecte en primer término al sur más débil (España, Portugal, Italia) y luego a toda la zona del euro”. La sinceridad le gana en el comentario al autor de Gabriel García Márquez y su reino de Macondo, entre otros: “prefiero no imaginarme lo que pueda pasar en tal caso”.

La visión abarca todo el viejo continente: “en cuanto Europa se decida finalmente a ser Europa y no un amasijo de Estaduchos que tiran cada uno por su lado, se pueden reducir al mínimo el margen de decisión de su clase política inepta y corrupta”.

La violencia desmedida
En las aulas, Ivanovici enseña Literatura Hispánica, Traductología (Crítica y Metodología de la Traducción) y Literatura Europea, por ello ve cómo la violencia real empieza a superar a la ficción. Y es que la violencia tiende a crecer, el incremento puede deberse desde su óptica a “la incultura política de las masas y la opción de la izquierda por pescar en aguas revueltas, defendiendo el establishment gremial”.

Se le inquiere sobre el papel de la clase universitaria en este contexto. Su respuesta no es muy halagadora para el sector. “¿Qué puede esperarse de una clase universitaria indigente institucional e individualmente (lo cual redunda en su poca monta social): del profesorado de una universidad sometida al populismo y al mercantilismo globalizado, sumado a un alumnado que, amén de ignaro (por la dramática baja del nivel de la educación secundaria), que se deja manipular por las consignas populistas que agitan el mundo extrauniversitario?

Ganar en la crisis
Sin embargo, también observa ciertas alternativas: “en lo práctico, apretar el cinturón y los dientes, y cumplir con el programa de estabilización que, a pesar de cruel y quizá injusto, no tiene alternativa. En lo filosófico, recordar que en griego crisis, amén de lo que significa en varios otros idiomas, también quiere decir juicio o evaluación crítica. Si de la crisis logramos sacar una crisis de nosotros mismos y del mundo en que vivimos, hasta saldremos ganando”.

Aparecido en CAMPUS de Milenio Diario el jueves 27 de mayo de 2010.

viernes, 9 de abril de 2010

El fondo y forma de las alianzas políticas

El debate sobre las alianzas de partidos políticos opositores ha tenido diferentes tonos, comentarios y ahora consecuencias. El mundo de la opinión se ha dejado llevar con la visión centralista que da la lectura de los diarios nacionales, donde percibimos los centrícolas un gobierno emanado del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la capital, un gobierno federal de origen en el Partido Acción Nacional (PAN) en la residencia oficial de Los Pinos, y un poder Legislativo dominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), por lo cual algunos suponen que así es en todo el territorio nacional, mas pocas veces se analiza el contexto local para comprender en verdad el espíritu democrático de una alianza como las que están gestando el PAN y el PRD principalmente en algunas entidades como Durango, Oaxaca, Hidalgo, Puebla y Sinaloa.

Resulta necesario señalar ciertos puntos sobre las alianzas y las experiencias que ha habido en México: primero, el candidato que ha triunfado ha sido ex priista, como en su caso lo fue Antonio Echevarría en Nayarit en 1999 con la alianza PAN-PRD-PT-PRS, así como Pablo Salazar Mendiguchía un año después con la Alianza por Chiapas integrada por el PRD-PAN-PTPVEM- PCD-PAS-CD-PSN, algunas de estas instituciones ya incluso desaparecidas.

Si, por el contrario, quien encabeza la alianza proviene de una fuerza partidista propia, es más probable el fracaso. Ejemplo de esto último tenemos al actual diputado Javier Corral, quien en 2004 abanderó la alianza “Todos Somos Chihuahua” integrada por el PANPRD- Convergencia, que buscaba la gubernatura y fue rebasado por el actual gobernador José Reyes Baeza.

Aunque nunca está de más citar los hechos históricos que ubican en la elección presidencial de 1988 una alianza opositora (si bien todos de izquierda) encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas que tuvo grandes posibilidades de triunfo y que ahora forma de alguna manera parte importante en este crucigrama político.

El segundo punto es que todas las candidaturas de los cargos en disputa deben ser aliancistas, suena lógico pero este detalle genera problemas sobre todo porque siembra confusión entre la ciudadanía al momento de votar. El mayor riesgo radica en la repartición dentro de quienes conforman las alianzas. La candidatura por sí misma es un logro, el triunfo o fracaso es otra historia.

Tercero, el tejido fino de los acuerdos para asegurar en la medida de lo posible que todos van a apoyar, incluidos aquellos que no quedaron como elegidos. Aunque este punto aplica a todos los partidos incluso cuando van solos en la elección, el PRI tiene experiencia, cuando sale fortalecido bajo la lógica del candidato de unidad no hay quien detenga la maquinaria. Al contrario, un mal amarre genera fisuras que fragmentan el trabajo y ponen en riesgo la victoria. De ese rompimiento se nutren las filas de quienes encabezan luego la oposición.

Nada asegura que en la alianza todos sumen. Alianzas entre personajes de los partidos políticos claro, porque no hay que dejar de lado otros poderes fácticos como la iglesia o los empresarios que también tienen cupo en este escenario, quienes están conscientes de que los problemas internos locales al momento de postular candidatos pueden marcar la diferencia.

Como sabemos las elecciones se ganan con votos, y los cuadros que se trabajan por años en las secciones, los distritos locales así como en las alcaldías, son una parte sustancial del resultado; si no se logra un arreglo tajante, la simulación puede debilitar cualquier coalición o acuerdo.

Se deben cuidar más que nunca a detalle los puntos que quizá antes no tenían tanto lucimiento o requerían mayúscula iluminación, como por ejemplo la capacitación de los representantes en las casillas, el reparto de los recursos, el perfil netamente jurídico del proceso, la movilización el día de la jordana electoral, la producción y colocación de publicidad, la propuesta discursiva, entre otros.

Veamos los resultados en el caso particular de la próxima elección para gobernador en Durango. La gubernatura de hace seis años arrojó el siguiente resultado: PRI 260 mil 546 votos con un 52.6 por ciento; PAN 155 mil 666 votos con un 31.4 por ciento; PRD-PT-Convergencia 49 mil 430 votos con un 10 por ciento, Partido Duranguense 14 mil 350 votos con un 2.9 por ciento y 10 mil 90 votos nulos con un 2.4 por ciento. En una suma rápida bajo este sólo resultado vemos que la alianza opositora no le llega al partido que llevó a Ismael Hernández Deras al Palacio de Gobierno.

Pero vamos a los resultados de años anteriores, en el 2009 para diputado federal, el PRI ganó los cuatro distritos, el resultado fue: PRI 247 mil 336 votos con un 51.54 por ciento; PAN 117 mil 380 votos con un 24.4 por ciento; PT-Convergencia 32 mil 608 votos con un 6.8 por ciento, PVEM 24 mil 252 votos con un 5 por ciento y hasta el fondo el PRD con 22 mil 248 votos con un 4.6 por ciento.

Tres años antes la competencia estuvo más cerrada por el mismo cargo, incluso el PAN obtuvo una diputación, y las otras 3 el PRI-PVEM, los resultados fueron: PRIPVEM 219 mil 216 votos con un 38.8 por ciento; PAN 212 mil 385 votos con un 37.6 por ciento y PRD-PT-Convergencia 95 mil 754 votos con un 16.9 por ciento.

Y una tercera medición, para sentir el pulso más cercano es el de diputados locales y alcaldes, en el caso de los primeros en 2007 el PRI por su propia cuenta obtuvo 10 distritos y en alianza con el PANAL y el PD otros 5, los resultados de votos totales fueron: PRI 114 mil 394 votos con un 31.6 por ciento; PRI-PANAL-PD 80 mil 526 votos con un 17.6 por ciento; PAN 167 mil 546 votos con un 36.6 por ciento; PRD 18 mil 838 votos con un 4.1 por ciento y PT-Convergencia con 20 mil 513 votos y un 4.5 por ciento. En el caso de alcaldes se repartieron de la siguiente forma: para el PRI-PANAL-PD 9, PRI-PANAL 8, PT-Convergencia 1, PRD 2 y PAN 9.

Con estos números podemos entender que, por un lado, los resultados históricos dan una señal de hacia dónde se ha inclinado la balanza, ya sea por un liderazgo muy marcado, por un candidato de peso o por una decepción, alimentada esta última sobre todo por un alcalde o diputado local mal calificado, mal evaluado, mal querido, pudiendo provocar que el voto en este sector mire hacia otro sentido. O en su defecto emanado por un ánimo de cambio entre la gente, máxime en entidades donde aún no se ha dado la alternancia.

A hora bien, hay que observar los casos donde ha habido declinaciones de candidatos a favor de otros, cuánto realmente han sumado, entendida ésta como una alianza de facto y no formal. El año pasado en Campeche, el candidato a gobernador del PRD, Francisco Brown Gantús a pocos días de la elección se retiró de su opción y apoyó la campaña del candidato del Acción Nacional: Mario Ávila; el PRD traía alrededor de 3 por ciento en las encuestas, y su resultado final fue de 0.8 por ciento, con la misma información podemos observar que uno de esos puntos se fue al PAN y el otro al de la alianza PRI-PANAL que llevó a Fernando Ortega Bernés a la gubernatura. El objetivo en suma no fructificó.

Esto nos lleva al lugar común de que no necesariamente suman los votos de los partidos políticos que conforman una alianza. Habría que preguntar, en esta generación de tantas encuestas, si los panistas del voto duro (que no todos son de extrema derecha), votarían a favor de un candidato que lleva también las siglas y colores del perredismo; o si los radicales que siguen a Andrés Manuel López Obrador apoyarán la opción que encabece alguien que representa a una clase como la del presidente Felipe Calderón o al del ex presidente Vicente Fox.

A lo cual se debe agregar las calificaciones altas de rechazo que tiene el partido del sol azteca en buena parte del país, una carga que le pesará al PAN a final de cuentas. Porque si bien es cierto que el fin justifica los medios: legalmente, esto es, dentro del orden jurídico existe espacio viable para la alianza, el detalle quizá se ubique en que lo que no se estipula en el margen legal se deja de lado: esperanzas, valores, creencias, filosofías, perfiles, liderazgos. Máxime, como estamos viendo, cuando la alianza tienen como eje de comunicación la destrucción del otro, del enemigo, dejando de lado la construcción de un modelo de desarrollo estatal diferente que en verdad beneficie a la gente. La idea central del cambio en su máxima expresión, sin fundamento de fondo, sólo la forma de que sean otros colores porque los que están ya aburrieron, porque los que van a concluir su periodo ya son y se sienten caducos, porque la gente que los enarbola representa el pasado, y ahora, ha llegado el momento de ver más allá.

La propuesta, pues, es el derrocamiento de un supuesto mal, con el complemento de la llegada de un cambio enarbolada por una mezcla de colores e ideologías diversas. Como ya se ha mencionado, en esa mezcla interna de la alianza nada garantiza que los derrotados en las batallas por las candidaturas trabajen en sus distritos, ayuntamientos o zona de influencia.

El punto de negociación se limita, porque si bien cuando es una sola la fuerza partidista donde se realizan las negociaciones, caben siempre las promesas a futuro, “en la siguiente te toca”, pero qué se promete cuando se forma una alianza, esto no siempre queda tan claro y genera fricciones. Los espacios a repartir son limitados por más que se traten de expandir: candidaturas, puestos en el gabinete, prebendas en programas sociales, espacios en el mismo partido, entre otras, tienen etiqueta y se deben cumplir compromisos.

O bien se pueden destinar plazas de menor rango en la negociación para mejorar la posición, pero la repartición nunca deja satisfecho a nadie; de allí que desde antes de empezar hay quienes se sienten derrotados y deciden mejor ir por sí solos pues de esa forma pueden tener más beneficios, como el caso Partido del Trabajo en Durango y Zacatecas.

Además de todo lo anterior, hay que señalar como cuarto y último punto el poder de los gobernadores en sus estados. Ante la ausencia de un presidente priista, los gobernadores tricolores han cobrado un grado de influencia mayúsculo, y su músculo de operación y decisión es el que inclina la balanza, para muestra hay que ver las llamadas nominaciones “precandidaturas de unidad”.

Aunque como dato fundamental también hay que observar que los casos donde han ganado las coaliciones han sido con un gobernador saliente priista mal calificado, y actualmente quien cubre ese perfil es Ulises Ruiz en Oaxaca, no en balde allí es donde están aterrizando más apoyos para la causa aliancista, mientras que en otros es más bien de brillo artificial.

En definitiva, hay que calibrar en las próximas elecciones cuánto en verdad suma una alianza, sus protagonistas y personajes de reparto, así como preguntarnos qué le deja a una ciudadanía que se decidirá por propuestas que se perfilan más hacia la acusación que hacia la construcción. Si aumenta o disminuye la participación de la ciudadanía con la presencia de la alianza.

Sin dejar de lado el laboratorio que significa para la antesala de la elección presidencial del 2012, la cual cada día está más cerca, aunque para llegar a ese piso hacen falta algunos escalones. Algunos de ellos se levantarán en julio. Los líderes de los partidos lo saben y en medida de ello están actuando o reaccionando.


Texto aparecido en la revista METAPOLÍTICA del actual número abril-junio 2010.

martes, 30 de marzo de 2010

De la vida retirada

El dolor se puede traducir en música. Instrumentos que participan en la melancolía son palabras en tránsito de un acontecer menos caótico hacia la vereda que remite a la pausa más deseada, todo ello para saborear, aunque sea por un instante, la frágil sensación de la vida misma.

César Arístides (Ciudad de México, 1967) lo sabe de primera mano, lo palpa en los versos de De la vida retirada, poemario con fortaleza entrelazada, cada una de las secciones tiene el peso idóneo que desestabiliza la balanza que duda al dictar veredicto.

“La anunciación”, “El hundimiento” y “La buenaventura”, guardan unidad gracias a la sensibilidad y al lenguaje decido, el mismo que llama la atención a veces por propio en otras por repulsivo. Movimiento y emoción, coraje en forma de idea, insulto que de nuevo está en camino de destinatario.

El primer reflejo es un llamado a la duda (“qué hará tu sombra en ese instante/ dónde se entibiarán tus manos estropeadas”), para más tarde cercar la santidad estropeada: (“la santa misa y el puto día del juicio final/ Señor lejano y misericordioso”), y llegar al recuerdo del abandono en primera persona: “despierto jalonado por la hilaridad y el frío/ entumido por el sol que dibuja las ausencias/ asumo la intensidad de tu recuerdo/ al borde de tu risa despeñada”.

Por su parte, “El hundimiento” es una sección que por instantes recuerda la compilación Bestiario inmediato (Ediciones Coyoacán, 2000), con la referencia de animales que conforman la escenografía, con elementos que hacen de la naturaleza un actor decidido que le da un aire diferente a los versos.

Y si bien en aquél Arístides sólo publicó suyos dos o tres poemas, la estructura y la idea son un tema que le ha sido inherente desde hace años, por eso no extraña que lo retome ahora en su reciente cita literaria, la cual incluye por supuesto la realidad que sólo percibe el sensible deleite que procura el que mira detenidamente al infinito: “el desaliento resbala/ y mis dedos dibujan en el polvo la caída”.

Al final “La buenaventura” resulta ser ese sanatorio en forma de fotografía, donde un segundo se detiene todo y queda atrapado el dolor, como el remordimiento a veces físico y en otras moral (“los recuerdos en el suelo quebrados por el frío/ abro un libro viejo y las palabras me desprecian”), es el esfuerzo psiquiátrico de la consulta, del medicamento que espera entrar a la escena para darle vigor a un cuerpo.

César Arístides es un poeta con hechura y trabajo, lo demuestra al manejar las formas puras de la rima como el endecasílabo, incluso en su ejemplar anterior, Labios del abismo y la fractura (Conaculta, 2007) dedica un apartado “Fervores y elegías” para acuñar esta disciplina que luce; igual que su manejo en los sonidos y pausas del verso libre, con un enfrentamiento con los signos de puntuación donde el poeta resulta el triunfador.

No hay nada seguro en los gustos, subjetivos como son, los parámetros con los que se lea De la vida retirada pueden ser dispares, pero en lo que sí coincidirán es que provoca, intriga, contagia, y sabe que de su oficio se pueden generar nuevas emociones.


César Arístides. De la vida retirada, Agrupación para las Bellas Artes, México, 2009, pp. 104.

Texto aparecido en la Revista Siempre¡ de esta semana.

jueves, 11 de marzo de 2010

El periodismo cultural, una mirada crítica a la realidad: Ariel González

Hay que contar con una visión crítica de las cosas, la realidad está allí, debemos ir por ella e interpretarla. Es una práctica en la vida y formación de Ariel González, editor y periodista que acaba de publicar su libro Breviario de correrías. Su formación lo ha llevado de la vida diplomática al lado cultural del periodismo, el cual ha sido una trinchera de bastante prestigio para calibrar el peso del acontecer local, nacional y mundial

El vistazo a la panorámica cultural del país tiene una labor central, porque “brinda una visión de espejo y una visión tanto distante como cercana, de espejo porque es un reflejo y distante porque guarda su perspectiva; entonces, creo que la gente que lee las secciones culturales está buscando una mirada distinta sobre temas y asuntos que están allí. pero de pronto no han sido abordados”, afirma Ariel González, periodista y editor de la sección Cultura de Milenio Diario, quien acaba de publicar Breviario de correrías, compilación de colaboraciones en prensa que han sobrevivido a la dura prueba del tiempo y hoy merecen relectura en forma de libro.

La función de las secciones culturales, en una coyuntura como la actual, puede ofrecer una mirada crítica, lúcida, especial, singular “sobre aquello que nos está martirizando como sociedad, como la violencia, la crisis, la falta de oportunidades, la decadencia institucional, pero creo que esto, desde luego, es sólo una parte, y tampoco puedo suponer que la mirada cultural lo constituye todo; sin embargo, es un mirador desde el cual podemos apreciar un poco lo que al país le ha faltado y le falta; años de mucho desdén, desdén por la cultura, por la situación de millones de mexicanos, de parte de gobiernos que les ha hecho falta una mirada social mucho más coherente, mucho más auténtica”.

Ante esta panorámica, la observación es contundente: “noto muchos silencios que me parecen muy obvios, muy evidentes, más allá de quienes decididamente han señalado faltas, ausencias, errores, de parte de los gobiernos panistas; noto mucho silencio, mucha abulia, mucha condescendencia de parte de nuestra clase intelectual”. La descripción y el análisis son profundos cuando se le cuestiona si hay ausencia de una crítica.

“Ni siquiera falta crítica, falta ánimo de ver las cosas, porque la crítica ya supone un ánimo distinto, y en este caso hay gente absolutamente indiferente, hay una gran indeferencia por más que marquen las cosas”. Lo señala alguien quien se reúne con esa clase política que toma decisiones y los ha escuchado decir "¡qué mal está el gobierno panista, qué horror!", pero también reclama porque jamás escriben, jamás pintan, jamás hacen nada relacionado con esta crítica, “me refiero a las grandes personalidades de la cultura mexicana. Hay una especie de inteligencia becaria” (término utilizado por Ariel González desde hace años).

El buen ánimo sobre los días que se avecinan intenta salir, sabiendo que “mucho de lo que nos va a ocurrir no podrá ser bueno. Con todo, soy optimista, hemos vivido ya situaciones muy difíciles, vamos a entrar a una etapa en la cual seguro habrá gente nueva, gente más perceptiva; creo que lo que viene no puede ser peor, contra todo lo que nuestras vísceras y nuestra experiencia personal crea interpretar”.

En internet, todo y nada
La inmediatez que nos ofrece la red de redes lleva al periodista a la reflexión: “en internet está todo y nada, no es casual que en Wikipedia existan cosas que estás buscando, pero tampoco sería raro que se equivocara o que le añadiera información o personajes que no deberían estar allí o en ninguna enciclopedia, es decir, la edición sigue siendo una parte sustantiva del trabajo periodístico”, misma edición que hace posible tener publicaciones como la Enciclopedia Británica o las hechas en las instituciones, por ejemplo las que alimenta el Estado: “si no fuera porque el Estado mexicano en algún momento dado ha recuperado la obra de un pintor o de un autor determinado, pues de pronto no sólo no estaría en la Wikipedia, sino seguramente no estaría en la Británica”.

“Creo que los medios en la inmediatez y en internet falsifican, desde luego, muchas cosas, porque el maquinazo permite que recuperes de inmediato fuentes fáciles; las fuentes fáciles que nos brinda internet son muchas veces las más engañosas, aunque no siempre, también hay que reconocerlo, por eso dije, en internet hay de todo, todo lo malo y todo lo bueno”.

Y cabe la autocrítica: “deberíamos ser muy cuidadosos, yo me cuido mucho de esa parte, prefiero ir a los libros, a los autores y, sin embargo, internet es una herramienta que está todo el tiempo, hay que consultarla, visitarla y no dejar de consultar sus fuentes”.

Las correrías
El libro de Ariel González se regodea en esa línea imaginaria que existe entre la literatura y el periodismo; las páginas que lo conforman, los textos que le dan vida, fueron escritos bajo presión y nutridos gracias a los pulsos, las tensiones, nerviosismo, y las grandes cosas que la literatura brinda siempre. “Quien desde la perspectiva periodística sigue la dinámica de la literatura, de los escritores, de los autores, creo que tienen la oportunidad de ser también partícipe de algún modo de estas características”, afirma el escritor.

En Breviario de correrías se dan cita textos con idea y sentimiento, que reflejan calidad de lecturas, reflexión alejada de la inmediatez, trabajados con el perfil periodístico de antaño; análisis que refresca con la relectura, escritura que desconoce el vértice de separación de la literatura y el oficio de la redacción, que permanecerá como un elemento provocador. Por ejemplo sus viajes en Rusia, Alemania, China, su estancia en Argentina, caminar por las mismas calles donde Borges imaginó mundos diferentes, saludar a Bioy Casares sabiendo el peso de su talento en la literatura mundial. Y reencontrar la esencia de Paul Bowles en su libro El cielo protector para saber diferenciarse de turista promedio y ser un viajero total.

Incluso, se da espacio para brindar un consejo a los jóvenes universitarios, en especial a quienes se quieren dedicar al periodismo, aunque aplica para cualquier profesión: “vean el país con ojos muy abiertos, con ojos muy críticos, lo cual no significa dirigir los dardos contra uno o contra otro; crítico quiere decir simplemente siempre sopesar la realidad y la realidad es muy fuerte, es impresionante. Entonces, hay que medirla con una cinta de buen tamaño para ver las cosas con otro tamiz, porque el principal asunto es que la realidad está allí, pero hay que saber cómo abordarla”.

Finalmente, Ariel González habla de la línea invisible entre la literatura: “todo el tiempo he creído y sostenido que el periodismo se nutre todo de los pulsos, de las tensiones, del nerviosismo, de las grandes cosas que la literatura ofrece invariablemente. Quien desde la perspectiva periodística sigue la dinámica de la literatura, de los escritores, de los autores, tiene la oportunidad de ser también partícipe de algún modo de estas características. Entonces, no me avergüenza, al contrario, me enorgullece pensar que desde una redacción uno puede estar pendiente de las cosas que están sucediendo en el ámbito cultural, y ésa ha sido una de las principales motivaciones por las cuales yo escribí muchos de los textos que presento en este libro, que, hay que recordar, pretende ser una compilación de mis textos semanales, textos escritos bajo presión, bajo la dinámica que significa colaborar semanalmente en un diario, y allí es donde trato de presentarlo lo mejor que puedo”, concluye.

Texto publicado hoy jueves 11 de marzo en CAMPUS de Milenio Diario.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Secuestrados

Es sin duda el temor más grande que se siente en toda la sociedad mexicana, ya no importa la clase social ni los dígitos en la cuenta bancaria, el secuestro es una marca que nubla el tránsito diario de los habitantes de este país. Un virus que recorre cada arteria y que día a día se lee, escucha, mira.
El periodista da cuenta de lo ocurrido, se acerca al hecho y cuando puede a los protagonistas, pero llega el momento en que también es noticia, y cuenta lo que ocurre en primera persona. Tal es el caso de Julio Scherer García, quien en su más reciente entrega Secuestrados abre con lo que sólo sus allegados tuvieron noticia.
Esa madrugada de julio de 1998 fue secuestrado su hijo Julio Scherer Ibarra, y una llamada cambió la perspectiva de la vida. El precio por la libertad era de trescientos mil pesos, y estaba naciendo un sábado; por ello su otro hijo Pedro (quien se hizo cargo de toda la negociación y luego fue quien entregó el dinero y recogió a su hermano ya liberado) y el periodista sólo reunieron cuatro mil pesos en su casa. El teléfono fue la respuesta ante la desesperación.
Recuerda crudamente cómo “me sentía desplazado, inútil, y vi claro que la impotencia quiebra el carácter y lesiona a la persona. Sin culpa, me sabía pequeño y la náusea me invadía”. Las demostraciones de afecto materializadas en dinero empezaron a llegar a su casa, en poco tiempo, con mucho esfuerzo, se integró la cantidad debida. Se hizo todo como lo pidieron los secuestradores. La libertad se transformó una vez más en abrazo fraterno a las pocas horas.
Hasta que lo vivió supo de lo que hablaban algunos de sus entrevistados: “El sadismo es el mal, había aprendido en los libros. Ahora lo padecía en mí mismo. Los secuestradores gobernaban el juego del poder, absoluto en su circunstancia: ‘Me escuchas cuando te lo ordene y te callas cuando me dé la gana. Eres nada’”.
Seguido de este capítulo visto desde el ángulo paterno, recrea el propio en el colindante Guatemala (luego de no hallar vuelo desde El Salvador hacia México y trasladarse en carretera), donde un comandante lo reconoció como periodista internacional y lo dejó en libertad, luego de haber sido retenido por uniformados que tenían en mente acabar con su existencia a la brevedad.
Los siguientes capítulos son breves estampas de las muchas que por desgracia ya ha captado la lente del secuestro tanto en Latinoamérica como en México. Personas y familias enteras que en un momento de un mal día cambia su vida, huyen de la desgracia, o al menos lo intentan porque saben que “en los ojos que miran y se saben mirados suele encontrase el incierto temor de una delación”.
Los índices no mienten, y pese a que no todos los casos llegan a ser un expediente, la creciente industria del secuestro pone a temblar a quien escribe y a quien lee. El análisis puntual del periodista lo señala así: “Es terrible mirar cómo nos vamos pareciendo a la Colombia de las peores épocas, las de la incorporación de los niños a delitos como el robo, el chantaje y el secuestro, sin pasar por alto a los pequeños sicarios, aquellos que asesinaban por encargo a cambio de unos dólares”. Y es que el problema se está dando en las ciudades mexicanas.
No todos los esfuerzos tienen finales felices, las organizaciones criminales tienen en sus filas a gente de pocos escrúpulos, atrevidos y desgarrados. Tal es el caso de quienes mutilan dedos, orejas y otras partes del cuerpo de la persona secuestrada para hacérsela llegar a su familia y decirle que es en serio, que no se tocarán el corazón si no reciben lo pactado.
Incluso los desenlaces dulces tampoco dejan muy satisfechos a muchos, el testimonio de un comandante de la policía es único: “A mí me ha tocado vivir cosas como éstas: me abraza un señor, siento la contención del papá cuando rescato a su hijo sin un dedo y le digo: ‘Aquí está, jefe, no completo’. Y el señor me abraza con una emoción, con un sentimiento ahogado, con un llanto que quiere reprimir por su condición de padre. Eso me conmueve, me compensa de muchos sufrimientos, sacrificios que yo hago con mi familia. Para eso me pagan, ésa es mi pasión, lo sé”.
Secuestrados es un libro que duele a cada página por la impotencia, que sabe de su utilidad, de su necesidad y el cual no desea tener segundas partes. En él pasa lista de algunas de las bandas como la del Mochaorejas, de los Montante, de Carlos, o del Coronel. Secuestrados no debe tener secuelas, Julio Scherer García tenía la necesidad y el deber periodístico de escribirlo, lo ha hecho a su estilo personal y profesional, se nota el balance de su pluma y el grosor de sus calificativos. Volumen de novedad por el tema, el valor periodístico hará que perdure más allá de las modas.


Julio Scherer García, Secuestrados. Grijalbo, México, 2009; 175pp.

Texto aparecido en al revista Siempre¡ de esta semana.

miércoles, 17 de febrero de 2010

De cómo no soy

Para Wendy

Y otra vez quería ser para ti
la palabra adecuada en los días de fiesta,
o la del discurso cuando se obtiene un galardón,
la de las compras en la agonía económica,
la del amor cuando se escabulle en el páramo
esa candidez de tu sonrisa.
Y otra vez quería ser para ti,
la mañana austera, la del agotamiento
o el hartazgo, la disciplinada carente de nubes,
la que viene con ventisca, la que no sabe,
la enamorada de la noche, la perdida.
Y otra vez quería ser para ti
esa voz indecente que ya no sabe qué tono usar
cuando solicita favores carnales,
la que utiliza el niño cuando llora y tiene hambre,
la del anciano que mide sus pasos
en la profundidad de la tierra, la de la musa
que pierde belleza de tanto verla,
la del arroyo que nadie ha visitado,
la de una autoridad que no se respeta.
Y de nuevo tan sólo quería ser para ti
eso que se lleva en la mano
y se recurre a ella cuando la vida
ya no sonríe como antes.
Y tan sólo, de nuevo, quería ser para ti
esa prueba de hombría
que está en peligro de extinción.


Poema aparecido el domingo 14 de febrero en la revista Siempre¡

martes, 2 de febrero de 2010

Oficio y sentimiento


La delgada línea que divide el periodismo de la literatura se ve una vez más expectante pues la aparición de Breviario de correrías exige que el lector se siente de ambos lados de la mesa: si bien los textos que le dan vida fueron escritos originalmente para la prensa, ahora en forma de libro aprueban el rigor que va del ensayo a la estampa, pasando por la anécdota o el diario con un objetivo común en todas ellos: permanecer y aportar una visión con sentido, calidad y rigor.

Alejado del maquinazo que puede resultar el trabajo periodístico bajo presión y más apegado a la investigación y sobre todo a la lectura crítica, Ariel González, editor de la sección cultural de Milenio, arma un conglomerado con orden e idea y lo divide en seis apartados estructurados no ya con paso cronológico, sino más bien por la característica geográfica y espacial que los sentidos dictan.

Así empieza con “Pasos por el sur”, el recuerdo de su estancia y sus observaciones en Argentina por su empleo en la embajada de México. Llega Jorge Luis Borges en un perfil de periodista, Oliverio Girondo con su espantapájaros que rompe esquemas (“la imagen del vanguardismo es la de la importación de una visión europeizada”), Felisberto Hernández, escritor raro si los hay, Roberto Arlt y el golpe del futuro que sólo debe creerse en el momento adecuado, y Leopoldo Lugones con el recuerdo del suicidio.

En “La otra orilla” hacen su aparición Ortega y Gasset, Francisco Ayala, Bergamín y García Lorca, el hilo conductor es el recuerdo de una parte especial de cada uno, el brillo pulido a fuerza de lectura y de entendimiento, pues a estos monstruos no se les puede leer sin aprender, no se les puede decir leídos sin verificar sus ideas en primera persona.

“Bifurcaciones” se traslada del estudio a la propuesta, del análisis reflexivo al repaso y al papel de la literatura. La religión como halo de problemática mundial, el miedo y la medianía intelectual, el viajero en Rusia y la dimensión de un sueño, la China y la dialéctica de Mao con capitalismo y comunismo de la mano, así como halla cobijo el optimismo de un pesimista.

En el caso de la reflexión rusa alcanza para el nacionalismo de nuestro terreno mexicano, y hay que verlo como aprendizaje: “el drama de toda revolución es su desilusión final, que una y otra vez consigue olvidar su gloria, la fuerza de sus ideales, el conmovedor momento en que los pueblos se movilizan contra la dictadura o la injusticia”.

Mientras que en lo que respecta al papel de la clase intelectual el comentario va más allá de la sencilla caravana de sombrero: “La participación del intelectual en la vida pública es, desde luego, legítima y necesaria. Pero hay que dimensionarla en sus justos términos: ni por encima ni por debajo de las posiciones, derechos y preferencia de otros sectores de la sociedad […] ¿Puede haber algo más antiintelectual que un rebaño de intelectuales?”, pregunta que acepta la réplica para dar vida al debate.

“Aires galos”, como su nombre atinadamente lo indica, guía los reflectores hacia el arte francés, con el autor inclasificable y egiptólogo Dominique Vivant Denot, el trío que conformaban el pianista Alfred Cortot, el violinista Jacques Thibaud y el chelista Pablo Casals (“Si la creación es el ejercicio solitario por excelencia, la interpretación musical puede alcanzar sus más intensos momentos a través de la fuerza que le da una pequeña colectividad dispuesta a seguir una partitura hasta sus últimas consecuencias”).

Una necesaria relectura a León Bloy y los lugares comunes, algunos personajes políticos de la vida pública alemana; la presencia de Montaigne a partir de una reedición que brinda el pretexto para hablar de los hilos que dan más sentido a la comunidad del libro con el lector. Con las flores del mal, o flores enfermizas de Charles Baudelaire junto a su imprescindible presencia en la poesía mundial. Louis Ferdinand Céline en su Viaje al fin de la noche, y un Marqués de Sade, con todo y su nombre largo.

“Hacia Albión” conjunta a James Boswell, para atinar en el tamaño de la biografía, con Samuel Beckett y las muchas miradas (“La miseria humana, la condición más indigna o la espera más desquiciante no cierran en Beckett el paso al humor, única señal de que podemos convivir con lo más desgarrador”). Así como el descubrimiento de Joseph Conrad y su obra El corazón de las tinieblas y su pesimismo que nunca hizo concesiones, que va de la mano de Jonathan Swift y el humor negro que abandera.

Cierra “Otros senderos”, con textos sinceros rayando en homenajes a Salvador Elizondo, José Luis Martínez y José de la Colina, el primero como un hombre generoso y brillante, el segundo como ensayista que colocó la medida que se debe exigir en el ramo, y el último con la brevedad como arte.

Al ser el último cajón de la obra, también da cabida a Bertolt Brecht, Alejandro Toledo y las ficciones, al Código Da Vinci con su infraestructura publicitaria, a Kurt Vonnegut con su juego de humor, el cual “no está reñido con la lucidez; antes al contrario: para que el primero surta efecto debe estar bien pertrechado por la segunda”. Sin dejar de lado a Eisenstein y el cine, sus películas, su fuerza; los famas y los cronopios de Julio Cortázar, la depresión y sus circulares fórmulas, Isabel de Riquer y su ímpetu culinario a favor del corazón, y Kafka cargando con su biografía.

Todos ellos son textos con idea y sentimiento, que reflejan calidad de lecturas, reflexión alejada de la inmediatez, trabajados con el perfil periodístico de antaño; análisis que refresca con la relectura, escritura que desconoce el vértice de separación de la literatura y el oficio de la redacción, que permanecerá como un elemento provocador, que se debe leer pues como lo que es, un breviario dispuesto a ser amplio por sus temas y su estructura.

Ariel González, Breviario de correrías, Conaculta (col. Periodismo Cultural), México, 2009, pp. 179.

Texto aparecido en la revista NEXOS de febrero.

jueves, 28 de enero de 2010

“Quienes salieron a las calles con imágenes de Pinochet son gente mayor y desgastada, al igual que esas fotografías”

2010-01-24 | Milenio semanal

Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones que eligieron al futuro mandatario de Chile dieron la victoria a Sebastián Piñera. Esto es interpretado por Alberto López-Hermida, profesor de la Universidad de los Andes, desde Santiago, la capital chilena, como “un triunfo de la centro-derecha, luego de 20 años de gobierno de centro-izquierda; el péndulo del poder no se movió de modo tan completo como se puede imaginar en una arena política tradicional”. Cita casos de ex senadores, diputados y militantes de renombre en la Concertación que abandonaron el oficialismo para apoyar a la derecha mucho antes de que se supiera quién sería el candidato; a su parecer, estos resultados demuestran que Chile cuenta con una democracia sólida. “La alternancia en el poder puede tener muchas complejidades técnicas y logísticas, pero institucional y políticamente le hace muy bien a cualquier país que exista cierta alternancia”.

El resultado de 51.87 por ciento contra 48.12 por ciento es el reflejo de varios puntos: “Evidentemente no hay que dejar de lado el desgaste de la Concertación y el fortalecimiento —en menor grado— de una derecha ya lejana de los fantasmas del pinochetismo (por primera vez la derecha hizo una campaña en la que Pinochet no salió al ruedo, pese a los intentos oficialistas para introducirlo en la agenda temática de campaña y mediática)”. En el caso del desgaste de la Concertación que hace cuatro años llevara al triunfo a la actual presidenta Bachelet, lo ubica principalmente en las dos décadas que lleva en el poder, “es mucho tiempo y si a eso le sumamos que no hay un cambio profundo de rostros políticos pues esto genera vicios de todo tipo”.

Por otro lado, hay que señalar el caso paradigmático que significa que la presidenta Michelle Bachelet, con 80 por ciento de popularidad a su favor, no pudiera traducir ese capital político en votos para la causa de su partido. “Es importante separar la aprobación que se pueda tener de la imagen de la Presidenta como persona”, señala López-Hermida, quien ve en ella a una mujer “realmente encantadora, con un aire maternal que no deja indiferente a nadie, muy cercana a todos los espectros del país; es, como decimos algunos, una verdadera reina madre; el último par de años se ha dedicado a reinar pero no ha gobernar, pues ha inaugurado muchas obras públicas y se ha centrado en asuntos sociales, como la mujer, los niños y ciertas minorías, pero nunca habló de la crisis económica ni de las huelgas fuertes que protagonizaron profesores y empleados fiscales, por ejemplo”.

DE LA TRANSICIÓN A LA PROYECCIÓN
Todo parece indicar que para Chile es, como señala el doctor en Comunicación Pública, “el minuto de dejar de hablar de transición y hablar de proyección”, pero antes hace una reflexión histórica que devela el desgaste en uno de los términos más utilizados en la democracia moderna: “Algunos políticos dicen que ésta es la verdadera transición, que se suponía fue en primer término con el traspaso del poder a Patricio Aylwin en 1990, luego se dijo que ese gobierno era de transición y que la real transición la haría Eduardo Frei como primer gobierno sin contacto con Pinochet. Después resulta que la transición no acaba hasta que no se resuelvan todos los casos de Derechos Humanos; y ahora dicen que la transición es con el ‘regreso’ de una derecha que en parte favoreció a Pinochet. Eso es una absoluta falacia porque la Democracia Cristiana, en su momento, fue el principal partido político que avaló la intervención militar en 1973 desde el Congreso Nacional, pero no por eso se le achacan a ésta todos los errores de Pinochet”.

Fue inevitable que una ligera sombra del pinochetismo se asomara en las celebraciones, pero desde la perspectiva del analista, “quienes salieron a las calles el domingo a celebrar con imágenes de Pinochet son gente mayor y desgastada, al igual que esas fotografías. Un punto que jugó a favor de Piñera fue precisamente el no haber participado en el gobierno de Pinochet y el haber votado NO en el plebiscito de 88”. Viendo hacia el futuro, el nuevo gobierno de Sebastián Piñera “promete ser un gobierno joven, de gente que nacimos en el gobierno de Pinochet pero que no vivimos el horror en el que estuvo sumido el país. Creo que seguir hablando de los crímenes contra los Derechos Humanos sólo le compete a la Justicia. El gobierno Ejecutivo y Legislativo debe volcarse de una vez por todas en la generación del presente y del futuro”.

El académico concluye con una idea clara: “El beneficio de la alternancia en el poder es global y no excluyente. Es Chile quien se beneficia”. El tiempo y las acciones le darán la razón, de lo contrario en cuatro años los electores juzgarán en las urnas.

Entrevista publicada en Milenio Semanal.

domingo, 24 de enero de 2010

Maestro de la ironía

Hace veinte años murió el poeta catalán Jaime Gil de Biedma (1929-1990), espíritu refrescante en la lírica de lengua española. Con pocos libros publicados, apostaba más por la calidad que por la cantidad, le daba una importancia nula a la urgencia de las novedades y se vinculaba más en el territorio de la sagacidad observando los hechos más comunes para comunicarlos con maestría irónica, con sentimiento crudo, e incluso con ánimo de rompimiento.
Para el vate el hecho de plasmar en papel su perspectiva de la vida tenía un toque de quiebre: “Un libro de poemas no viene a ser otra cosa que la historia del hombre que es su autor, pero elevada a un nivel de significación en que la vida de uno es ya la vida de todos los hombres, o por lo menos
—atendidas las inevitables limitaciones objetivas de cada experiencia individual— de unos cuantos entre ellos”.
Sobre sus influencias se pueden señalar al menos dos muy claras: por un costado la anglosajona llevando a T. S. Eliot y Wystan Hugh Auden como bandera, sin dejar de lado a Baudelaire, y por el otro los grecolatinos con Catulo a la cabeza. Aunque se debe agregar una más, la propia española con Luis Cernuda y Antonio Machado entre sus lecturas y afinidades.
Si bien las influencias de las lecturas de los grecolatinos en Gil de Biedma se pueden identificar en algunos casos incluso con grados de animosidad (hay un estudio de Gabriel Laguna Mariscal de la Universidad de Córdoba donde hace una comparación interesante al respecto), el español hace una defensa de la racionalidad convirtiéndola en la llamada poesía de la experiencia.
Sin embargo, esta experiencia no es sólo plasmada o compartida unidireccionalmente, la reflexión y la razón que llevan sus líneas lo dejan ver así: “Casi me alegra/ que ningún camino/ pudo escaparse nunca.// Visibles y lejanas/ permanecen intactas las afueras”. Lo cual no tiene nada de lejano con sus metáforas atinadas: “La luz usada deja polvo de mariposa entre los dedos”.
Amor y humor se pasean por igual en los versos de Gil de Biedma, en el caso del primero Idilio en el café es un buen ejemplo: “Ahora me pregunto si es que toda la vida/ hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo,/ la mano ante los ojos —que latido/ de la sangre en los párpados— y el vello/ inmenso se confunde, silencioso,/ a la mirada. Pesan las pestañas.// No sé bien de qué hablo. Quiénes son,/ rostros vagos nadando como en un agua pálida,/ estos aquí sentados, con nosotros vivientes?/ La tarde nos empuja a ciertos bares/ o entre cansados hombres en pijama.// Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio/ arriba, más arriba, mucho más que las luces/ que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados./ Queda también silencio entre nosotros,/ silencio/ y este beso igual que un largo túnel”.
En el caso del humor una pieza que llama la atención es Contra Jaime Gil de Biedma, la cual cierra: “Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,/ y la más innoble/ que es amarse a sí mismo”. Aunque quizá sea T’introduire dans mon histoire… el poema que mejor conjuga esta participación del amor que acaba en humor, pero no de la risa fácil, sino de la complicidad que logra el lector al verse reflejado, porque de seguro le ha pasado o sabe le pasará.
El recuerdo de lo que fue es una medida recurrente. El tiempo ido, la sagacidad de la memoria: “Todo es igual, parece/ que no fue ayer. Y este sabor nostálgico,/ que los silencios ponen en la boca,/ posiblemente induce a equivocarnos// en nuestros sentimientos”. Y la figura de la medición viaja de un lado a otro, y con ella el deseo de permanencia, de atraparlo para que no vuele: “Porque en amor también/ es importante el tiempo,/ y el dulce, de algún modo,/ verificar con mano melancólica/ su perceptible paso por el cuerpo/ —mientras que basta un gesto familiar/ en los labios,/ o la ligera palpitación de un miembro,/ para hacerme sentir la maravilla/ de aquella gracia antigua,/ fugaz como un reflejo”.
El ritmo cuidadoso acompaña el golpe certero del pugilista que busca el knockout, del especialista que no desgasta al lector, de quien se sabe leído por gusto y necesidad, la moda no cabe ni viene al caso, y en cambio sí de nuevo una forma de pensar, un pretexto para la reflexión, como lo es No volveré a ser joven: “Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde/ —como todos los jóvenes, yo vine/ a llevarme la vida por delante.// Dejar huella quería/ y marcharme entre aplausos/ —envejecer, morir, eran tan sólo/ las dimensiones del teatro.// Pero ha pasado el tiempo/ y la verdad desagradable asoma:/ envejecer, morir,/ es el único argumento de la obra”.
La muerte como figura recurrente en varios de sus versos, el encuentro del poeta con los temas conocidos, la magia radica en el perfil que ubicará el encuentro, el tono que le dé a la charla, la disponibilidad al servicio de la poesía: “Algo que ya no es casi sentimiento,/ una disposición/ de afinidad profunda/ con la naturaleza y con los hombres,/ que hasta la idea de morir parece/ bella y tranquila. Igual que este lugar”.
Jaime Gil de Biedma al hacer sus registros antológicos devela decisiones complicadas, no es fácil dejar fuera un poema que le reviva emociones, y ya lo objetivo del rigor no parece dictar la norma, sino el sentimentalismo, de allí que en unas antologías aparezcan unos, que luego ya no, y al final otra vez veamos.
El poeta catalán hace ver fácil el complicado acto de escribir, de lo cotidiano arma una parábola, brinda facilidad a las cosas que la merecen, pero por momentos se complican la vida. Habla de lo más humano, llega a donde debe, el tuétano de la poesía de apremio; ahora que se cumplen veinte años de su muerte, Jaime Gil de Biedma demuestra, lúdica y contundentemente, el por qué se le extraña, y el por qué es necesaria su relectura.
Se le puede ubicar como integrante de la generación de los 50, como ejemplo del realismo crítico, pero en verdad lo que fundamenta de golpe la importancia de su obra es el reflejo en el rostro, el brillo en los ojos, y las ganas de volverse cómplice de quien lo lee. Murió en 1990 (8 de enero) y al final de su vida quizá logró convertirse en poema y no en poeta como él mismo quería, y tal vez también halló en la lectura la manera de hacerle frente a esos últimos días en que lo venció el SIDA.

Texto aparecido en la revista Siempre¡ del domingo 24 de enero de 2010.

viernes, 22 de enero de 2010

En Haití, reconstruir la vida universitaria: Claudio Rama

El ex director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de 2001 a 2006 asegura que ésta es la oportunidad para las universidades de América Latina de asumir el desafío de apoyar a la reconstrucción universitaria en ese país

Claudio Rama fue director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de 2001 a 2006. En 2009 intentó lanzar un programa regional universitario de apoyo a Haití, el cual finalmente no se pudo concretar; sin embargo, no pierde la esperanza y desea retomar esa iniciativa tan necesaria.

En entrevista para Campus, el especialista da su óptica ante la desgracia del pueblo caribeño: “La Universidad de Haití sufrió igual que todo el país. Los techos de muchas de sus facultades repartidas en la capital de Puerto Príncipe se desplomaron, cientos de estudiantes murieron y, sin duda, muchos de sus pocos profesores”.

Todo este signo de desgracia se tiende a agravar y retrasará inevitablemente proyectos, estudios, análisis; la prioridad en este momento es otra, más recargada hacia lo indispensable para sobrevivir. El doctor honoris causa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Perú, señala: “la comunicación seguramente se ha hecho caótica y los proyectos de reformas académicas deberán ser reevaluados ante este desastre institucional”.

La desgracia que ya se ve tendrá secuelas con el paso de los días: “es lógico suponer un tiempo caótico, miles de estudiantes sin asistir a las aulas, tiempos de proyectos de reconstrucción y carencia de recursos, muchos intentando huir del país y pérdida efectiva de capital humano, imprescindible para cualquier proyecto de desarrollo futuro”.

En este marco, quien ha recibido dos veces el Premio Nacional de Literatura del Uruguay (1999 y 2008) avizora una fuente de apoyo en la misma casta universitaria: “Es ésta la oportunidad para las universidades de América Latina de asumir el desafío de apoyar a la reconstrucción universitaria en Haití”.

Comparte su experiencia luego de que el año pasado intentó promover un proyecto entre la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe y la Universidad del Estado de Haití (UEH), “se estaba a la espera hace meses de que la UEH dijera cuáles eran sus prioridades, creo que ahora es claro: sus prioridades son todas y hay que iniciar un amplio programa de apoyo académico y económico para la reconstrucción y la reforma de la educación superior en nuestro hermano pobre y sufrido”.

Las universidades de Haití, dejando de lado a la Universidad Estatal de Haití, son en su mayoría privadas y de corte religioso, algunas de ellas son: la Universidad Americana del Caribe (www.auchaiti.org), la Escuela Superior de Infotronique de Haití (www.esih.edu), la Universidad del Caribe de Haití (www.universitecaraibe.com), la Universidad Cristiana del Norte de Haití (www.ucnh.org), la Universidad Episcopal de Haití (www.uneph.org), la Universidad Notre Dame de Haití (www.undh.org) y la Universidad Quisqueya (www.uniq.edu). Todos los sitios web de estas instituciones de educación superior han quedado congelados desde la fecha del sismo.

Aparecido el jueves 21 de enero en CAMPUS de Milenio Diario.

domingo, 17 de enero de 2010

Hieles en la academia*

En los campus universitarios el talento, la paciencia y la perseverancia suelen ir juntos. Con mucho, es la mejor argamasa intelectual del quehacer científico de sus académicos.

La fusión de esas categorías genera méritos, construye carreras y prestigios y el reconocimiento se funda en el constante trabajo y en la vocación para forjarlo. Hay recompensas intramuros.

Sin embargo, estos son otros tiempos. El mundo universitario se ha vinculado más a la sociedad. Un nuevo entorno ha creado otros estímulos para el trabajo académico y los méritos se revelan en otros ámbitos. La comentocracia es uno de ellos. También reconoce y prestigia. Ésta, además, produce ingresos al académico que llega a la radio, a la prensa y a la televisión. Cierto que muchas veces y en varios casos es requerido por los auditorios a razón del espectáculo, más que por la esencia de sus opiniones. Pero ése es otro asunto.

Lo que tiene la comentocracia es que también fragmenta a la academia. Los de siempre, los serios y pacientes que no abandonan sus propósitos científicos, y que ni sufren ni se acongojan con los académicos que se van con poco o buen prestigio a los medios, que son unos cuantos elegidos, están por un lado; y los otros, los que ven muy lejos a ambos, son otros.
Para estos últimos, paciencia y perseverancia, dedicación responsable y ética distan de su temperamento.

Estos académicos hablan mucho y producen poco. Y lo que producen son textos llenos de citas, generalmente referidas en inglés en el pie de página para presumir el idioma. Y lo hacen pensando en ganar puntos en el escalafón o para el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), o para presumir en sus charlas y clases, no para el debate o la riqueza del conocimiento, sino más bien para la pose, el reconocimiento del superior y la palmada de éste en el hombro.
En otras palabras, la presunción va por delante de la utilidad de la reflexión.

Muchas veces la prisa por hacer públicas algunas de sus ideas las deja endebles; se les olvida que la cantidad no puede suplir a la calidad. Estos académicos son fáciles de ubicar, parece que llevan marca: son soberbios, imperativos y forjan un pequeño feudo para citarse mutuamente.

Algunos de ellos se sienten tocados por la mano de un ser superior; es normal: es su falta de autocrítica; fundan su actividad en dogmas, en tres o cuatro ideas de las cuales viven toda su vida. Con ellas se afanan en coloquios, seminarios, presentaciones, cenas, desayunos, comidas, reuniones y la vida social académica en general.

Eso les da para ser esmerados y cuidadosos con las relaciones públicas y la institucionalidad universitaria en sus propuestas, por lo común olfateando algún apoyo, patrocinio, no importa que venga del gobierno local, federal, del sector privado o del extranjero. O de la propia autoridad universitaria que lo tiene a la mano.

Pero su gran drama es que en su fuero interno codician la luz de los reflectores, ansían ver sus nombres enmarcados y su foto en los espectaculares y en las páginas de los diarios. Pero lo que Salamanca no da, Salamanca no presta.

Además, se molestan con los comentócratas, esos académicos, por lo general, con presencia mediática notable, a quienes critican con acritud. Condenan sus argumentos a priori y les resultan repelentes. Y es que los mediáticos le hacen ver su mediocridad y de ahí su incordio. Es envidia.

En consecuencia, en su círculo cerrado se asfixian, se vuelven herméticos, generan amargura y el valor de su obra se tiñe de bilis.
Lo más preocupante es que sus posturas normativas y pedantes permea en los alumnos, ven a estos profesores-investigadores académicos como referente, siguen sus pasos, copian sus formas y modos. Van derecho a la mediocridad de su mismo mentor. Y, aunque no lo crea, no son pocos.

* Uno de estos académicos que me sirvió de modelo es de la UNAM. Pero amigos míos de instituciones privadas y otras del DF me confirmaron que los tienen de profesores.

Texto aparecido esta semana en CAMPUS de Milenio Diario