lunes, 19 de diciembre de 2011

Mundo Twitter

Tres secciones dividen el libro Mundo Twitter, del profesor de la Universidad de Navarra José Luis Orihuela, por una parte la explicación si bien del académico que es, también del usuario y del investigador de los fenómenos sociales, de quien le explica no ya al alumno sino al compañero de vuelo, a quien quizá todavía no entra o a quienes han entrado para no quedar fuera, pero ahora saben que se le puede sacar mucho jugo a esta actividad.

Precisamente sobre eso versa el prólogo de Alejandro Pisictelli, académico de la Universidad de Buenos Aires, quien afirma: “La fuerza de Internet está precisamente en que deja explorar el poder de las conexiones a distancia con un efecto contundente. Sus mejores logros se están viendo en los campos de la innovación, la colaboración interdisciplinaria, la coordinación de acciones entre compradores y vendedores y las funciones logísticas del mundo de las citas. Pero los lazos débiles difícilmente lleven ni hagan posible un activismo de alto riesgo”.

Orihuela tiene en su haber la experiencia de otras obras, pero sobre todo de ser un constante consumidor y protagonista de las redes sociales, por eso comprende a cabalidad que “Twitter tiene que integrarse a la estrategia de comunicación de las organizaciones, con todo el rigor de un nuevo medio de comunicación, pero adaptando la táctica al lenguaje, al estilo y a la etiqueta que distinguen a Twitter de los otros medios”. Consejo que no deben despreciar aquellos políticos o aquellas instituciones que sólo pretenden acceder a las redes sociales para no quedar fuera, para “saber qué está pasando” mas no así para participar.

Difícil será su incursión si no comprenden que desde la óptica del también autor de La revolución de los blogs “Twitter son personas conversando con personas y creando vínculos con personas. Gente hablando, escuchando y respondiendo. Twitter es personal y es comunidad”, y por ende “La presencia de una organización en Twitter tiene que responder a una estrategia global de comunicación”.

La primera parte es de lo básico o lógico a lo fundamental, lo que se debe saber, lo que de saberse siempre cae bien repasarlo. Para luego llegar a las prácticas de la sociedad, a saber cómo se puede influir en un mayor impacto de Twitter en las organizaciones, pues no sólo basta estar sino hay que lograr consolidarse. Disfrutar el viaje, sentir el latido pero sin que llegue la adicción.

Entre la segunda y la última sección hay un paréntesis largo, una antología de twits que al parecer de José Luis Orihuela vale la pena compartir, y es allí donde podemos encontrar perlas como: @inroyo: ¡Se me acaba de caer la tostada encima del pantalón, y no por el lado de la mantequilla! ¡Ja! Murphy, ¡te gané! @LuisCarlos: Yo no sé por qué cada vez hay más noticias si cada día hay menos país. @albertomontt: En las librerías, junto a la sección de auto-ayuda, debería estar una de auto-crítica. @AlbertoPedro: Algunos diputados podrían procurar ser buenas personas antes de autoproclamarse semidioses. @suenosdelarazon: ¿Por qué la gente que siempre llega tarde siempre tiene prisa?

La última sección es la del investigador que deja su huella, recomendaciones de usuarios, de cuentas por temas, son anexos que ayudan a la claridad, como bien señala “fuentes de información sobre twitter en la red”; sobre todo recursos y herramientas para sacarle mayor provecho a la herramienta, incluso cierra con un glosario para quienes en ocasionas manejan el término sin siquiera conocerlo.

Necesario señalar que Mundo Twitter es mucho mejor que Twitter de Miguel Carbonell, quien sólo narra cómo llegó él a esta red social, y luego agrega una cantidad exagerada de twits tanto de su autoría como de otros usuarios sin una temática contundente, como divertimento digamos que el volumen de Carbonell pasa, mientras que el libro de Orihuela resulta una referencia obligada ya para hablar de la materia.

José Luis Orihuela, Mundo Twitter. Alienta editorial, España, 2011; 266 pp.

Aparecido en la Revista Siempre¡

La Navidad se adelanta

La Navidad acostumbra llegar en diciembre y arribar por completo la noche del 24; sin embargo, ahora parece que su presencia la tenemos antes.
Es por demás común observar, en tiendas departamentales sobre todo, un notorio despliegue de productos alusivos a las fiestas decembrinas desde mediados del mes de septiembre, en el caso mexicano que celebramos la independencia con el famoso grito de dolores la noche del 15 de septiembre, es muy fácil mirar en los centros comerciales las banderas de México junto con los primeros indicios de la Navidad.
Las cenas de fin de año que normalmente se celebraban en la segunda quincena de diciembre, empezaron a recorrerse para inicios de ese mes puesto que cada vez más se complicaba por las vacaciones o por los compromisos sociales de los integrantes de esos grupos.
Pero ahora, es a mediados o finales de noviembre cuando inician estas llamadas convivencias de finales de año, cuando todavía no concluye el onceavo mes. Esto es, estamos celebrando el término de algo que todavía tiene mucho que darnos. A este paso celebraremos antes del 24 de diciembre la Navidad.
Hay casos en los cuales algunas dependencias públicas, por ejemplo Secretarías de Estado, hacen esas reuniones, pongamos por caso un desayuno con los periodistas que cubren su fuente, y se dan regalos, abrazos y buenos deseos, sin embargo, aunque no se crea, todavía se tienen contemplados en la agenda uno o dos eventos donde se requiere la participación de los integrantes de los medios de comunicación.
Cabe la pregunta: ¿Qué se debe hacer en tal caso, se vuelve a dar el abrazo de fin de año, se darán dos o tres más? Pregunta lógica que no viene en el Manual de Carreño de buenos usos y costumbres. Cuestionamiento natural a planteamiento cada vez más frecuente.
Ahora bien, en este ejemplo al menos la convivencia se nota cotidiana. Porque tal parece que la comunicación moderna exige mayor participación a través de canales tecnológicos por encima de la presencia física. Traducción, usamos más el teléfono que las reuniones presenciales.
Esta noticia tampoco debe tomarse para tirarnos a la tragedia, sino para la reflexión. Existe cierta percepción de que cada vez más convivimos menos tiempo con ciertas personas, entonces ese tiempo que nos obsequiamos debe ser de calidad. Llevemos este ejemplo a cualquier esfera social o familiar, además la época decembrina es un buen catalizador pues es cuando el pretexto para las reuniones sociales, laborales y sobre todo familiares se presenta.
Celebramos reunirnos dentro de los marcos de lo automático, se da por descontado que será con la familia o los seres que queremos donde pasaremos las fiestas decembrinas, al menos físicamente, porque mentalmente seguro más de uno estará en otro sitio, y es que cada vez más actuamos así.
El alumno que está en clase pero en su mente y en su teléfono está en otro mundo. El egresado que está buscando empleo con la esperanza de que al conseguirlo y obtener su primer pago pueda salir a algún lugar deseado. El empleado con la imaginación puesta en otro trabajo y no dando el cien por ciento de su desempeño en donde actualmente se le paga. El ama de casa que está en el mercado pero su pensamiento se dirige a otras estaciones. Distracción es la palabra que estamos buscando.
Aunque quizá sea más allá de la concentración o ubicación. También se requiere ánimo y complicidad para que sea mayor el disfrute de las pequeñas cosas que al final se transforman en las que nos marcan como ciudadanos.
El tema que nos convoca es la Navidad, que a muchos nos gusta y la celebramos el 24 de diciembre, como nos enseñaron, cuando debe ser. La inmediatez no debe forzarnos a celebrarla cuando todavía no es el tiempo. La temporalidad de la Navidad y de otras celebraciones importantes puede tomarse a la ligera si seguimos así.
Dice el filósofo Zygmunt Bauman, y tal vez tenga razón que “La cultura moderna líquida no tiene ningún ‘pueblo’ al que pueda ‘cultivar’. Lo que sí tiene son clientes a los que puede seducir”. Luego entonces podemos hablar de los propósitos de año nuevo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

La Biblia Vaquera

Cuando ganó el XXI Premio Nacional de Cuento Magdalena Mondragón en el año 2005 por la pieza “La Biblia Vaquera” y apareció como libro bajo el sello del Fondo Editorial Tierra Adentro en 2008 no tuvo los grandes reflectores que ameritaba, o tal vez muchos lectores no estábamos preparados para recibirlo. La lectura a final de cuentas es de gusto y momentos.

Luego su autor nos entregó La marrana negra de la literatura rosa en 2010 y fue allí cuando su confirmó de lo que hablaba en serio y que su material valía la pena.

El relanzamiento de La Biblia Vaquera en una editorial de mayor penetración y presencia en medios como lo es Sexto Piso hace que más lectores tengan esa oportunidad (primera o segunda) de encontrarse con unas páginas explosivas, originales, ruidosas.

Por principio de cuentas la estructura es tradicional, mas no así la narrativa. Todos cuentos, todas crónicas, todas canciones, la percepción al leer esta obra es similar a la que se vive cuando se escucha la radio en un transporte público, con mil escenarios, con mil reflejos, pero con algo que se vuelve adictivo, que ata a la narración, que comulga con una rapidez por el contagio y termina con la soledad del individuo que se baja en la siguiente esquina.
Pareciera que tiene fetiches y lugares comunes, tal vez las referencias hacen pensar eso, no en balde aparece sin quererlo del todo Valentín Elizalde, el también conocido como Pico de oro asesinado ídolo de la música grupera contemporánea, o la arena de lucha libre se transforma en un escenario de mil batallas arriba y abajo del ring.

Creando su propia atmósfera: PopStock, Carlos Velázquez nos habla de las cosas que entran por los ojos y los oídos, la música, los corridos, los reality shows, pero no ya en forma demostrativa, sino recurriendo al caso, a la vivencia del personaje que a su vez se vuelve trama, porque nunca se descubre del todo qué es la Biblia Vaquera, si un protagonista, un objeto, o el llavero de la buena suerte que carga siempre su autor.

Incrusta en las páginas temáticas contemporáneas como la droga o el narco (“Bien me lo decía mi madre, nunca confíes en un narco y menos en uno que de chiquito tuvo puras canicas de agua”), con pasajes históricos como un 2 de octubre moderno, a la par que transmite un divertimento muy bien logrado pocas veces visto, sin caer en el chiste barato y haciendo que el lector no se pierda en el mar de sus términos y lenguajes disímbolos.

La lucha libre es un pretexto y una referencia constante, el fantasma que atraviesa sus páginas es un luchador de nombre Espanto, quizá tomando como esa figura heroica que prepara el terreno de la sobrevivencia también para los demás personajes que se dan cita en esta peculiar obra.

Al leer La Biblia Vaquera, por momentos no se sabe si se está viendo una película (la referencia de El Día de la Bestia, filme de Alex de la Iglesia no sale sobrando más bien es una nota al pie de página), escuchando el radio, viendo pasar la vida en una esquina céntrica, o todo al mismo instante pues el continuo movimiento de sonidos y furia hace que reaccionemos de manera diferente.

Es un libro que tal vez no conmueve pero sin duda sí mueve. Incluso a manera de recomendación este volumen de Carlos Velázquez puede leerse teniendo como fondo musical a los Cadetes de Linares o al grupo Bronco, tal vez sea una experiencia digna de intentarse.

Carlos Velázquez, La Biblia Vaquera (Un triunfo del corrido sobre la lógica). Sexto Piso, México, 2011; 105 pp.

Texto aparecido en la revista Siempre!