miércoles, 30 de diciembre de 2009

Trabajos del reino

Por alguna razón de esas mágicas o no del todo conocidas hay autores que transmiten y no sólo narran sus historias. Comparten de manera natural la trama que forjan sin forzarla, como si respiraran van creando imágenes, situaciones, climas propicios para las acciones designadas, ese es el caso de Yuri Herrera (Hidalgo, 1970), quien en Trabajos del reino apunta a favor de la buena hechura, y de la sagacidad del ritmo.

Esta novela ganó el premio Palabras de la Frontera en 2004, pero como suele pasar con algunos galardones de poca difusión, no llegó a todo el público interesado, y fue hasta que le pertenecieron de nueva cuenta los derechos de la misma novela a Herrera cuando pudo venderla en España a editorial Periférica que está apostando con escritores latinoamericanos jóvenes

El mundo del narco es el eje central de la trama con el condimento de lo más humano no de los capos, sino de quienes conviven con ellos. Los pasadizos que delinea con buen tino Yuri Herrera son celebrados al por mayor, sobre todo por el lector deseoso de saber qué oculta tras una guitarra y tras su voz, el cantante que nos lleva como en cuaderno pautado por las emociones de este clima tan propicio para el asesinato.

La dinámica de los capítulos breves hace más contundente cada ocasión. Así nos vamos enterando de la personalidad del Artista, y sus pasos para llegar a pertenecer a la casa del señor poderoso. Sus actitudes hablaban antes que su talento histriónico: “Apretó los dientes y percibió de pronto que podía pensar con gran claridad. El rechazo de los otros lo definía. A la mierda qué, si a ellos cantara sí dolería, pero el Artista, al cabo, lo que le gustaba era mirarle los ojos al que oía, alborotar esqueletos en la pista, cantarle a gente de verdad”.

El manejo de los personajes es una de las fortalezas de Herrera, si bien los escenarios no son lo más logrados al menos sí cumplen con las características de hechura de lo que se supone es esa atmósfera sin horarios, sin complicaciones cuando se forma parte, sin vida cuando se es enemigo.

Las vivencias con diferente fauna del gremio es un toque de quiebre, punto alto en la narrativa del autor, allí, se factura la catástrofe con tintes amargos, el juego de seducción atraviesa por un trance, la prostituta toma lo que de suyo nunca le ha pertenecido, quiere y desea instruir al artista, sabe que su manos sirven para algo más que entonar canciones, pero también conoce de sentimientos humanos: “No te voy a pedir perdón –dijo; se quitó y se acostó al lado-, sólo es que no sé cómo tratar a los hombres que parecen buenos”.

Y es que así es el artista, un hombre bueno que soñó un día con ganarse el pan y la vida cantando sus canciones, el primer paso fue componiendo corridos para los poderosos, luego ya no se pudo salir de ese mundo, porque las opciones eran pocas, contadas, terminales.

La cultura tan de moda de los narcocorridos hace que por momentos más de uno piense que es sólo un adorno más en el sofisticado gremio de los poderosos del lavado de dinero y las drogas, pero hay otros que piensan que no es así, que “el corrido no es un cuadro adornado la pared”, y que Trabajos del reino es una novela inteligente y bien narrada, que merece una lectura sincera, sin calificaciones preconcebidas.

No se lea pues, es un consejo, como novela del narco, porque no lo es, sino que es una narración sobre uno de los tantos mundos que nos rodean, y de los que sabemos, poco a poco se acercan más a nosotros.

Por fortuna dentro de esta moda de los libros sobre esta actividad ilícita, o que tiene a protagonistas de ese mundo como actores principales de sus páginas, Yuri Herrera demuestra que un tema, cualquiera que sea, o por espinoso que parezca, puedes salir bien librado si se sabe narrar, si se comparte con sabiduría y con buen ánimo, de allí que sea un verdadero acierto, haberlo rescatado de esa lápida que casi lo manda al abandono.


Yuri Herrera. Trabajos del reino, editorial Periférica, España, 2008, pp. 135.

Texto aparecido en la revista Siempre de esta última semana del año 2009.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Marketing político digital

El marketing político ha cobrado fuerza y relevancia en años recientes en México. Las campañas políticas cada vez más recurren a servicios de profesionales de la estrategia electoral, la cual ha empezado a contemplar un nuevo elemento: el marketing político digital.

Es un concepto reciente que cada día se escucha más. La penetración de internet en la sociedad debe llevar por lógica a que las estrategias para ganarse el voto volteen a utilizar esas herramientas. No por nada en México tenemos una penetración de 24.9 por ciento, pero se calcula que en 2012 llegaremos a 40 por ciento. Estados Unidos cuenta con 73 por ciento, para ponernos un parámetro.

Estas cifras las contempla el informe de este año de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), la cual señala que en México hay 27 millones 400 mil usuarios de la red, colocando a nuestro país en el número diez con acceso a internet en el mundo, y se calcula que seremos entre 30 y 32 millones de internautas en 2010.

Un dato por demás revelador nos ubica como el país número cuatro en cuanto a redes sociales se refiere, esto es, los mexicanos estamos en Hi5, Facebook, Sónico, Flickr, Myspace, entre otras comunidades digitales de manera permanente, transformándonos así en un objetivo para los políticos cuando se trata de promoverse para que los votemos. En el caso de Facebook, por ejemplo, cifras de la misma empresa señalan que los mexicanos registrados alcanzan los 5 millones 731 mil, lo cual representa más de 1.81 del porcentaje global. (Por cierto, su fundador, Mark Zuckerberg, acaba de anunciar que llegó la cifra global a los 350 millones de usuarios).

La segmentación es una parte definitoria en toda campaña, el fenómeno internet penetra en cada uno de los niveles socioeconómicos. El estudio de la AMIPCI, aparecido en mayo de este año, señala también que 63 por ciento de los jóvenes de entre 12 y 19 años son usuarios de internet. Esos son dos bloques importantes en toda campaña política: quienes votarán por primera vez y los niños que hacen que sus padres salgan a los eventos. Son las amas de casa y los niños y jóvenes quienes dan vida en buena parte a las actividades cotidianas de una campaña política.

Dicho estudio marca que 22 por ciento de los usuarios lee los periódicos en internet, y 11 por ciento escucha la radio. El tiempo promedio de conexión en México es de 2:54 horas y el horario estelar, de 16:00 a 18:00 horas. Información valiosa para que la clase política comience a colocar sus mensajes y propuestas de acuerdo con esos parámetros.

Sin embargo, es cierto que los políticos deben entender mejor estas herramientas de las redes sociales; no basta con estar en ellas, hay que saber aprovecharlas. En primer lugar, debe quedar en claro que hoy en día es impensable que un gobierno no cuente con página de internet; no obstante, recientemente el Índice Municipal de Información Presupuestal 2009, realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), señala que de 373 municipios analizados, siendo éstos representantes de 80 por ciento del PIB y 65 por ciento de la población general, 100 no cuentan con sitio web oficial.

Hay que entender este nuevo canal de comunicación. En el caso de una campaña electoral, por ejemplo, debe escucharse al elector, pues se le está dando voz, y cuando uno emite sus mensajes, deben ser breves, entretenidos, interesantes, pero, además, constantes. Como dice el volumen Comunicación política, dirigido por Alejandro Muñoz-Alonso y Juan Ignacio Rospir: “la comunicación política es, o al menos debería ser, una vía de doble sentido: tanto en el de escuchar como en el de hablar. Los políticos hablan muy bien, pero, de vez en cuando, también es importante que escuchen”.

Nada más obsoleto que un sitio web o un perfil social desactualizado, con un comentario de hace días o meses, quiere decir que no tiene tiempo y que no le interesa o importa. Si no se tiene tiempo, hay que decirlo. Lo señala bien Dick Morris en su libro Juegos de poder. Ganar o perder. Cómo juegan la partida los grandes líderes políticos de la historia: “la clave al usar una nueva tecnología estriba en tomarse el tiempo necesario para captar el potencial único que ella —y sólo ella— proporciona. Cualquiera puede reconocer una nueva herramienta para la comunicación y explorarla para el éxito político. Hace falta un político verdaderamente habilidoso —y afortunado— para reconocer las cualidades especiales del nuevo medio y utilizarlas de manera efectiva”.

El marketing político digital es un medio táctico que contempla la posibilidad de llegar de manera más directa al público, se comparte un interés particular y se identifica con la otra parte. Tenemos ejemplos de fenómenos en la red, quizá el caso más emblemático sea la campaña de Barack Obama, significándose por encima de otros logros su capacidad para recaudar fondos.

Esa dinámica en México no se puede dar por reglamentación; sin embargo, lo que sí se puede adaptar y mejorar es la fuerza de convocatoria para organizar grupos en favor de la causa, para que la gente participe en las diversas actividades, para que asistan a los eventos públicos, para que le den seguimiento en los medios de comunicación y, por supuesto, para tenerla informada.

Estar en línea es lo más normal, la gente se está acostumbrando a leer en la pantalla (PC, laptop, iphone, blackberry), allí está informándose ahora, se reúne, comparte conocimientos, imágenes, inquietudes y opiniones.

Dentro de esos grupos bien organizados está el de Twitter en México (todo un fenómeno, por cierto, pues es la palabra del año, según análisis como el de The Global Language Monitor) y, para ejemplo, cuando se manifestaron para que el impuesto a internet no se diera, orillando a personajes políticos como Carlos Navarrete, presidente del Senado de la República, a crear su cuenta en esa aplicación.

Otro ejemplo de la popularidad y penetración de internet lo vimos hace unas semanas cuando el grupo irlandés U2 tuvo en Pasadena, California, uno más de sus exitosos conciertos. Allí, en vivo, lo vieron cerca de 96 mil personas y, en línea, YouTube lo transmitió en vivo también a 16 países. Las cifras no oficiales hablan de cerca de un millón de cibernautas conectados.

La clase política debe entender las redes sociales como herramienta de posicionamiento; evitar su participación en ellas no sólo es quedarse fuera de una moda; va más allá, es dejar a un lado la posibilidad de sentir el pulso social. Pertenecer a ellas no es complicado, cumple con el beneficio de que no requiere estar en un solo lugar o en un horario determinado para participar.

El marketing político digital es, pues, un elemento más que debe contemplar un candidato (y un gobernante también) en su estrategia de comunicación. Las cifras hablan por sí solas, pero lo cierto es que en la calle, el sentir de la gente también nos hace ver la importancia de la web.

Texto aparecido hoy en CAMPUS Milenio.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Los rebeldes

En 1930 Sándor Márai (1900-1989) entregó el original de Los Rebeldes, era un joven y el mundo diferente. En 1988 decide revisar aquella versión y entregarnos una actualizada con esa tinta que da la experiencia; con un pulso más certero, quizá la balanza afianzada en lo que se llama vida.

Estas páginas son reveladoras y difícilmente pasan inadvertidas, la filosofía ocasiona atropellos cuando menos se lo espera el lector, quien se ve en la necesidad de reflexionar sobre lo que de suyo parece irrelevante, pues “en ocasiones vivimos cerca de alguien durante mucho tiempo sin saber nada de esa persona”. De eso va buena parte de la trama, de la gente en su interior y en su forma, de cómo somos y dejamos de ser, el cambio permanente, constante fuga de revoluciones internas que luego vuelven a la calma elemento agotado.

Tibor, Ábel, Erno y Belá son cuatro jóvenes que están a punto de enrolarse en las filas de los militares que le darán forma a la última etapa de la Primera Guerra Mundial, pero antes de eso quieren beberse y fumarse la vida a grandes pasos. El hueco que deja la ausencia de una figura de poder, o al menos de respeto, es llenado por un actor que conoce más de la vida, pero también de la urgente necesidad de compartir un poco el espacio donde convivimos.

La desesperación y la desgracia sobradamente se notan, mas los ajustes en la sintonía del contexto también perfilan lo que es de cada uno el más elemental juicio, porque si bien, como dice un personaje de Márai: “los ciudadanos se han acostumbrado a la guerra, como se acostumbra a la vejez, a la idea de la muerte y a cualquier cosa en este mundo. Ahora las calles están más sucias, han desaparecido rostros bien conocidos y muchos visten de luto. Sin embargo, no me pueden negar que entre las ruinas florece cierta prosperidad”.

Y es en ese punto climático donde el grado de sensatez cobra finura, en el cual los humanos llegan de nuevo a la forma, los sentidos agudeza, la voz un tono que reconforta, pues si bien no toda la vida puede ser color de rosa, y aunque nos esforcemos por hacer público que “el componente más noble de la amistad es la generosidad”, no siempre es así, e incluso podemos subir la apuesta: no debe ser así siempre.

Como adolescentes, el espíritu insatisfecho es una bandera que se debe presumir y agotar en la etapa que trata, los conocimientos que los cuatro personajes han forjado en cada paso dado debe calibrar mejor aun su participación en esta obra, y si bien se aprende a la mala: “la experiencia les había enseñado a desconfiar del enemigo y sabía que los adultos nunca les dirigía la palabra si no era para pedirles algo o para castigarlos”, no se debe dejar a los atajos todo el camino por seguir.

Sándor Márai entendió en buen tiempo lo que era su profesión de escritor, su papel en el mundo, concede tregua a lo que siente cercano, consciente en cada trazo de que “escribir también hace sufrir, pero menos que vivir entre los hombres”. Aunque no podía negar que “es la inspiración la que guía el pincel del pintor, pero sus consejeros son el estudio, la observación y la experiencia. Éstos son indispensables para el trabajo creativo”.

De allí que Los rebeldes venga, ahora en esta edición revisada por su propio autor, a ser la confirmación de una buena trama que respeta el tiempo y el espacio, que cuenta una historia interesante, pero que la cuenta con sentimiento y sentido de orientación, pues dirige al lector hacia donde quiere, lo lleva de buena manera por las vivencias crueles pero reales de una etapa que lo marcó y ello se percibe en muchas de sus obras.



Sándor Márai, Los rebeldes. Traducción de Marta Komlósi. Salamandra, España, 2009; 253 pp.

Texto aparecido en la revista Siempre de esta semana.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Elemento de la soledad

Sé que no voy solo.
Me acompañan mis lecturas,
los recuerdos y problemas.
El aire que comienza a germinar.

La soledad es tan sólo
un elemento más de la compañía.

RGVP

Es un breve poema que quiero compartir porque es un buen momento.

viernes, 16 de octubre de 2009

Ella

Estoy por terminar la lectura de Ella, que todo lo tuvo, de Ángela Becerra, obra que desde hoy recomiendo, y doy una muestra para soportar mi opinión.

“Dejándose llevar en esa nebulosa donde todo era posible. Ebria de palabras sin sentido que trataba de unir redactado párrafos que hacía y deshacía compulsivamente mientras apariencia sus demonios escondidos y bailaban para ellas danzas confusas que el vodka convertía en espejismos de gloria. Hasta que se dio cuenta de que si no podía avanzar era simple y llanamente porque no tenía nada que decir. Su imaginación había agotado todo el stock”

Ya en la reseña abundaré, gracias.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Campus Siete Años

Hoy festeja sus siete años el suplemento Campus de Milenio Diario. Medio en el cual nací como periodista y aprecio sinceramente. Una felicitación para todo el equipo encabezado por el Dr. Jorge Medina Viedas. Esta publicación es un referente en el mundo universitario, y todo lo que al rededor de él emana. Su lectura es aconsejable y obligatoria. Ojalá lleguen muchos años más.

jueves, 10 de septiembre de 2009

¿De qué huye el estudiante Alejandro Ordaz?

Alejandro Ordaz Moreno saltó a la fama pública el 8 de marzo del año pasado cuando se le acusó de intento de homicidio contra dos policías a quienes confundió con ladrones. En aquel momento estudiante mexicano de doctorado en energía renovable, avecindado en la ciudad española de Sevilla, becado por el Conacyt (900 euros al mes), hoy engrosa la lista de los buscados por la Interpol, debido a que el 30 de julio de este año Alejandro no se presentó como cada quince días con el juez que daba credibilidad a su libertad condicional.

Luego de once meses en la prisión, el fiscal decide que no están del todo claras las cosas de parte del lado acusador y le dan la libertad condicional. No obstante, el joven de 30 años perdió la beca, la Universidad de Sevilla ya no lo admitió, la vida se complicó. Autoridades mexicanas representadas en la embajada le prestaron ayuda, incluso económica para solventar urgencias como la renta. A algunos sorprende su decisión de huir. Y preguntan de qué, de quién.

Al conocerse por la red el caso de Alejandro, éste recibió muestras de apoyo a través de grupos en redes sociales. Salió de la prisión el 18 de febrero de este año, más las cosas ya no serían iguales. Luego de su fuga el abogado defensor ha dicho que cabe la posibilidad de que Alejandro pueda estar en Guanajuato, México, donde vive su familia. Esto lo dice el licenciado entre sorprendido y un tanto decepcionado.

Probablemente ahora empiece a haber alguna respuesta en internet al respecto. Quizá se busque a su familia y se entreviste a alguien cercano. De encontrar la Interpol a Alejandro Ordaz deberá entregarlo a las autoridades españolas quienes de nueva cuenta lo ingresarán al reclusorio pero ahora con menos prebendas y beneficios que antes.

En una entrevista Ordaz Moreno declaró que la prisión española en Sevilla no era inhumana, que incluso estaba aprendiendo idiomas, que cuidaban la dieta de los reclusos y en sus actividades estaba el deporte. Al salir libre (aunque con libertad condicional) tuvo que enfrentar el terror de la soledad, de tener antecedentes penales, de saberse perseguido psicológicamente con un trajín de cada dos semanas firmar el documento que te permite estar fuera de las rejas, de no completar el dinero para la renta, de saberse sin beca, excluido de su escuela, de ya no alcanzar ese título de Doctor que era su objetivo. La vida cambia en un instante. Pero sólo él sabe por qué lo hizo, de qué huye, de quiénes huye.

Lo cierto es que en este espejo se pueden reflejar muchos jóvenes mexicanos que salen al extranjero. Vivir en el extranjero es vivir en un mundo ajeno. Para ello hay que estar preparados. Hoy estamos viendo una nueva generación que tiene al mundo como residencia. Les afecta poco el ambiente diferente. Pero no a todos.

Alejandro pudo haber huido, si a especulaciones vamos, de ese mundo al que no pertenece, que en prisión se volvió un infierno. Y eso, hay que entenderlo.

Texto aparecido hoy jueves 10 de septiembre en el suplemento CAMPUS de Milenio Diario

domingo, 23 de agosto de 2009

Seis tumbas en Múnich

Conocido y reconocido por el fenómeno que fue y es la novela y la película El Padrino (1969), Mario Puzo (1920-1999) publicó bajo el seudónimo de Mario Cleri Seis tumbas en Múnich, que actualmente llama la atención en las mesas de novedades de las librerías.
Al tenerlo entre las manos, los seguidores de Puzo saben a lo que se enfrentarán: una historia que lleva el signo de la muerte y del amor. La portada no falla, el cintillo lo delata: “una historia criminal movida por la venganza”, pero también, aún previendo la trama, el peso de la atracción quizá se recline en uno de los toques mágicos que siempre le imprimió Mario Puzo a sus obras: el manejo psicológico de los personajes, con personalidades fuertes, con acciones variantes y con decisiones que los llevan a tomar resquicios en donde no hay muchas salidas.
Esta vez Michael Rogan, un chico genio desde su instrucción inicial, es el protagonista que por su talento llegó muy pronto a ser un solitario y también un diamante en bruto que, por el contexto de la Segunda Guerra Mundial, sería una verdadera pieza clave en el tablero de los mensajes codificados. Luego de una prueba que sus entonces superiores pensaron que no iba a descifrar, sorprendió a propios y extraños, con su talento no fue difícil prever que escalara posiciones de manera vertiginosa para ser uno de los pilares de la comunicación en su nación en cuanto a milicia se tratara.
Sin embargo uno de esos malos días que fuerzan los escritores para darle un nuevo ritmo a la trama, Michael fue capturado junto con su esposa, quien no tardaba a dar a luz, y con la captura también vino la tortura (entre otras cosas, los gritos al otro lado del cuarto de su mujer embarazada), culminando con la extracción de valiosa información que haría ganar posiciones en la misma batalla.
Días de tortura dieron fin con un disparo en la nuca al genio Rogan, todo consignado en el expediente A23.486, pero ese disparo no lo mató del todo, eso fue por partes, por largas secciones que le acompañaron por varios años de su vida.
Consiguió un empleo y se dio cuenta que con el poco talento podría hacerse millonario fabricando equipos de cómputo de alta tecnología, subió escalones en la empresa y llenó de ceros su cuenta bancaria, para darse una vida con lujos pero pocos excesos. Pagaba lo justo y daba extras cuando la situación lo ameritaba, como lo fue cuando los investigadores que contrató para encontrar a las siete personas que lo habían torturado y dado muerte a su esposa, le dieron los datos generales de cuatro de ellos.
En Sicilia encontró a Genco Bari, uno de los que asesinaron a su esposa, quien “tenía que ser un hombre de fortuna, puesto que era miembro de la mafia. Pero entonces comprendió que ahí estaba precisamente el problema. Nadie le iba a dar información sobre un capo mafioso. En Sicilia, primaba la ley de la Omertà. El código del silencio es una tradición local: no dar nunca información de ninguna clase a las autoridades”.
Este es el capítulo que más se identifica con el resto de la obra de Mario Puzo, donde se siente más cómodo, donde fluye su pluma pues los rasgos le son afines, donde las palabras exactas dan vida a un personaje siciliano ya cansado y con ganas de que le corten el sufrimiento, por eso le da entrada a Rogan a su casa, para que a sus anchas, a sus tiempos, con todas las facilidades (incluida la seducción de la propia mujer con su autorización) Bari encuentre la muerte.
Budapest es el siguiente punto de la ruta, allí Wenta Pajerski es el objetivo. Hombre de costumbres crónicas, rítmico andar, no cambia por nada su mesa, su ajedrez y sus ganas de no hacer nada más. Por eso el astuto Rogan decide, en un acto de verdadera lucidez, llenar el centro de un rey el material explosivo necesario para causarle la muerte sólo a Pajerski, a nadie más, el resto son inocentes, él no quiere muertes innecesarias.
Y como reza el dicho, al final lo mejor, el líder de los siete que lo torturaron: Klaus von Osteen. Difícil localizarlo, con el paso del tiempo se ha vuelto en persona honorable y respetable, magistrado federal con todas las de la ley, objeto también de posiciones políticos de altos vuelos. Pero todo eso no intimida a Michael Rogan, dispuesto a culminar lo que no lo deja dormir, lo que le provoca pesadillas todas las noches y dolores descomunales en la cabeza.
Para los seguidores del nacido en la gran manzana, Seis tumbas en Múnich viene a ser ese redescubrimiento del gran autor que es Mario Puzo, así como también es un nuevo motivo para releer su obra, para entrar a ese mundo que pocos como él pudieron formar, para disfrutar un thriller, unos personajes fuertes, y sobre todo la esperanza de la buena historia en cada página.


Mario Puzo, Seis tumbas en Múnich. Ediciones B, España, 2009; 174 pp.

Texto publicado en la revista Siempre¡ de esta semana.

jueves, 30 de julio de 2009

Obama Inc.


Barry Libert y Rick Faulk escribieron el libro Obama, Inc., El éxito de una campaña de marketing, que como las obras de este tipo retoma aspectos de la campaña política más conocida y citada en la época moderna para hacerlos aprendizaje en el mundo de las empresas.

De ágil lectura, y de consejos prácticos, que no siempre funcionarán pues en la campaña política el contexto es importante, este texto contiene frases que se pueden aplicar tanto para la reflexión como para la vida laboral de cada uno:

“Si nuestros líderes no están dispuestos a defender el cambio y las nuevas ideas, nuestra economía no se recuperará nunca del actual colapso de los mercados financieros”.

Tema que ocupa el primer lugar en prácticamente todo el mundo en cuanto a preocupación se trata, economía y empleo como fuentes de opinión pública.

“Al no señalar a nadie, todos los asesores se sentirían responsables en parte, y todos se esforzarían más en la próxima ocasión”

Esto es reparte la culpa por igual, aunque sabemos que hay niveles de culpabilidad, si todos se sienten en deuda, todos habrán de trabajar más y mejor en la siguiente tarea.

“Lo que sugerimos es que, en su contacto diario con la gente, muestre que no se toma a sí mismo demasiado en serio, que está realmente interesado en escuchar los puntos de vista de los demás y que desea ayudarles a trabajar de todas las formas que pueda. Un poco de humildad de su parte puede hacer mucho por lograr una fuerza de trabajo cooperativa y entusiasta”.

Que el candidato sea uno más, sin dejar de ser la cabeza del proyecto. Que el jefe sepa ser jefe al entender lo que hacen sus colaboradores. Que el elector se sepa comprendido, y por eso vote.

“llegó a encarnar el cambio que prometía, y la gente creyó que con él el cambio sí se haría realidad”.

Obama era el cambio, sin embargo no perdamos de vista las bajas en los índices de popularidad que ha sufrido, pero entendamos que las cosas no son mágicas.

“Los líderes no pueden permitirse permanecer quietos ni defender lo estupendo que es el presente”.

Un líder debe tener mirada periférica y de largo alcance, no debe quedar estático, su función está en promover un ánimo de renovación, de cambio, de fortaleza.

“De hecho, las empresas ganadoras no se limitan a adaptarse, sino que se abren camino, son el cambio”.

Lo dicho. Con una mención más: no se espere una lectura de profundidad filosófica, no es la intención, pero sí una de aprendizaje en la materia.

martes, 28 de julio de 2009

El tiempo repentino

Las calles no son las mismas, cambian cada día, pero de ese detalle pocos se percatan. Así sus habitantes, de allí que los cronistas sean una especie en peligro de extinción en las grandes urbes. Y por supuesto que también de allí que sea un acto de celebración un libro como lo es El Tiempo repentino del periodista y narrador Héctor de Mauleón (México, 1963).

Dividido en cuatro secciones, este volumen pasa lista de presente a los acontecimientos que han dejado una huella colectiva en esta ciudad. El sueño colectivo, Horcas, patíbulos y guillotinas, Muertes y cataclismos, y La religión laica, son los cajones o ataúdes que coleccionan esos relatos que gran parte tiene que ver con un rastreo pertinaz en la hemeroteca, en la memoria de la capital, en esas páginas amarillentas que cuentan historias que de alguna forma nos han dado dirección.

Se dan cita los inicios de una tradición deportiva, las grandes glorias, los espacios de convivencias, los asesinos seriales, “En el catálogo de horrores que es la nota roja, cada crimen es considerado el más espantoso de los últimos tiempos”, por eso ahora con los cuerpos sin cabeza que han aparecido en el país, tal vez sean un recuerdo dentro de cien años que pinte como un hecho cotidiano tales acciones para quienes investiguen nuestra época.

Deportes como el futbol, la lucha libre y el box, tiñen de tono especial el libro, sobre todo gracias a sus glorias deportivas, en el caso del balompié, el análisis sociológico también tiene cabida: “En un país de la patada, el futbol se convirtió rápidamente en el deporte nacional”. En lo que respecta al deporte de los lances y las máscaras, es en quien le diera vida al personaje Black Shadow donde se depositan esos agrios sabores de lo que fue, y de lo que queda ahora convertido en un vendedor que quiere olvidar una gloria.

En el otro costado también conlleva el peso de las emociones que se juntan en lo que se denomina sociedad u opinión pública para los más avezados, y en el apartado dedicado a Raúl el Ratón Macías viene un remate que vale la pena su transcripción: “El júbilo sólo sería comparable a la conmoción que México habría de sufrir tres años más tarde, en 1957, cuando un terremoto hizo caer el Ángel de la Independencia, cuando Pedro Infante cayó del cielo con todo y avión, y cuando Alphonse Halimi acabó en sólo diez rounds con la carrera de Raúl Macías. Ese año trágico, en fin, en el que México iba a perder todos sus símbolos”.

Héctor de Mauleón ha demostrado con creces que es un gran narrador, baste los ejemplos de La perfecta espiral y Como nada en el mundo, allí recrea partes de un rompecabezas que ubica su escenografía en las mismas calles de esta urbe a la que hoy rinde un homenaje necesario aunque insuficiente, y qué bueno que sea así, pues siempre queda la esperanza de seguir hurgando en el pasado para darle más color a unas páginas sepias que de pronto nos dicen cómo fuimos, y lo mejor, cómo podemos ser.

El tiempo repentino es un libro de añoranzas y esperanza, que golpea esa parte que tenemos para sentir, que logra llevarnos en un viaje por una ciudad que desconocemos de tan propia que puede llegar a ser, y que le da un lugar especial, como debe de ser, a la historia que nos es común.

Héctor de Mauleón. El tiempo repentino, crónicas de la Ciudad de México en el siglo XX. Random House Mondadori y Ediciones Cal y Arena, México, 2008, pp. 252.

Texto aparecido en la revista Siempre¡

martes, 19 de mayo de 2009

Las tinieblas del corazón

Manuel Echevarría (Ciudad de México, 1940) es un elemento de quiebre en el mundo literario nacional. Sin presentaciones con publicidad para sus libros, con pocas, contadas entrevistas a los medios, su obra no llega a las masas pero bien ha labrado un grupo de lectores fieles que se incrementa como el público cuando escucha hablar de una buena obra y llena el teatro.
Esta vez presenta Las tinieblas del corazón, la cual, con un esmerado trabajo en las formas y los tiempos, arranca digamos, a la mitad, con la muerte con todos los tintes propios de un asesinato de Alejandro Valenti, uno de los empresarios más temidos, envidiados, pero también respetados y admirados del gremio mexicano, conocido también como la ballena blanca, es el inicio de una trama sagaz, inteligente, ágil y por demás intensa que sale de la pluma de uno de los mejores narradores mexicanos de los últimos años.
Victoria Valenti, su esposa y ahora viuda, es la principal testigo y por ende sospechosa directa de este crimen. Declaraciones ministeriales, descripciones pormenorizadas de los detalles que a otros parecen banales pero que en las obras de Echeverría cobran sentido siempre, se traducen como espacios disponibles para el buen gusto y el recuerdo clarificador de que esta ciudad tuvo y tiene momentos para el gozo.
En las páginas del también autor de La sombra del tiempo, uno de los personajes centrales es un abogado, profesión también de Echeverría, quien aprovecha sus conocimientos para pulir y darle un brillo especial tanto a los litigantes que portan trajes a la medida y de marca reconocida, como aquellos que tienen oficinas en el centro de la ciudad y que apenas completan para la renta.
Esa última descripción se adapta a Jaime Falcón y Saturnino Dávalos, quienes montaron un despacho, el segundo por pago a su mejor amigo quien al morir le encargó a su hijo, el primero por no tener más opciones, por cerrarse a lo poco que tenía con la gracia de quien sale a la calle y sabe que ese día debe ser peor que el anterior.
El punto donde se unen las historias de la millonaria acusada de asesinato y el despacho de bajo rango es el mismo que lleva a la juventud de Falcón y de Victoria, cuando fueron pareja, y ella lo dejó porque no se atrevía a más, y cayó seducida por el poder de Alejandro Valenti y ahora se dedicaba a su casa, a sus asuntos filantrópicos y a buscar aventuras amorosas con jóvenes que le dieran placer, como lo era René Conde, el brazo derecho de su marido.
Alejandro Valenti empezó a sospechar de su mujer por algunos gastos que se incrementaban en su cuenta, por ello pidió a René Conde su ayuda para contratar a un detective y que éste siguiera a Victoria para saber esa verdad que no quería ver pero quizá sí comprobar.
Conde contrató a Arturo Niebla, el detective que siguió con su equipo a la señora Valenti a todos los lugares a donde se dirigía, incluyendo aquellos hoteles de mala muerte a donde se quedaba de ver con Conde, quien para esos momentos había recibido de ella, además de las caricias de las mujeres maduras y hambrientas, una maleta con información sobre su jefe, que según su amante, de pasarle algo a ella, allí vendría toda la información, pero no podía abrirla sino hasta llegado el momento.
Todos estos son elementos de buena factura, de nudos bien logrados, de momentos altos de gozo para el lector, por eso este tipo de libros gusta tanto a ese público que busca no sólo entretenimiento sino también comprensión, lo primero por el placer de leer y lo segundo porque ubica un autor que sabe cómo contar la trama.
Otro bastión de este volumen es el entretejido estratégico del brazo derecho de Máximo Arenas, el otro empresario que busca por todos los medios alcanzar la gloria de un gran negocio con el gobierno federal y que pelea con Alejandro Valenti, pues sabe que quien logre ese proyecto ganará además de una buena suma de dinero, el prestigio y el respeto de todo el clan. Esta clase de empresarios son comprendidos sólo si se lee su biografía: “Máximo Arenas era el tercer vástago de un linaje de empresarios victoriosos y no era lo mismo cobrar en las ventanillas de la historia que llegar a la cúspide sin más aliados que el hambre y el instinto de grandeza”.
Allí es un momento interesante para disfrutar la preparación de una jugada de ajedrez, y de ver cómo las cantidades que parece estratosféricas cobran sentido al ser pagadas, y también cómo el alma humana tiene un precio, una cantidad que cuelga en la parte más visible de la conciencia. Acciones que puede llevar a cometer o a ser objeto de otro tipo de crimen.
Los problemas económicos de Jaime Falcón contagiaron también su vida personal, de hecho su ex mujer y su hija sufrieron un atentado por culpa de un cliente insatisfecho que está en prisión. Por eso cuando Saturnino Dávalos, sin decir que es él le hace llegar una cantidad de dinero patrocinado por la señora Valenti, desata dos demonios: el interno de Falcón para seguir apostando en lugares que parecen atrapados sólo en la literatura como el frontón de mujeres (o los noticieros en el cine). Y el otro es el del cambio de velocidad en la trama misma de esta obra.
Al leerse el testamento de Alejandro Valenti los asuntos de familia salen a la luz, las envidias porque a la esposa le ha quedado la mayor parte de la herencia, y eso las hermanas del difunto no lo aceptan, no lo aprueban y mucho menos lo dejarán así. Victoria es mal asesorada jurídicamente y entra a prisión, pero antes colocará a René Conde en la Dirección General, dejando correr los rumores. Y este mismo Conde será el que días previos al asesinato pagara al detective Niebla para que la investigación se fuera con otra información al señor Valenti, pues eso hubiera sido quitarle la batería a un marcapasos.
El desenlace se antoja previsible pero no es así, sorprende con una fuerza que satisface y comparte. A uno le da gusto terminar un libro así, pues siente que por momentos le ha sido prestada una nostalgia y un motivo. Esta es una obra de las que se guardan con cariño, y desea encontrarse con algún otro lector para intercambiar ideas y compartir el gusto.
Las tinieblas del corazón es una obra que debe leerse por su ritmo y personajes, por su manejo de tiempos y espacios, por sus escenarios y lenguajes, por su constante apego a la buena hechura y porque ya es tiempo (desde hace algunos libros) de que Manuel Echeverría vuelva a ser objeto de premios (si rechazó en 1974 el Premio Villaurrutia fue por las razones suficientes que se saben), pues con toda sinceridad coincido con mi maestro y compañero de páginas Ignacio Trejo Fuentes, al señalar que es uno de los mejores narradores de México y de lengua española. Verdad que duele por su apellido y por su carencia de grupo, total, no le hace falta.

Manuel Echeverría, Las tinieblas del corazón. Océano, México, 2008; 445pp.

Texto aparecido en la revista Siempre¡ de esta semana

sábado, 24 de enero de 2009

La pala (cuento)

Dónde habrá quedado la pala que el viejo usaba cada vez que hacía limpieza en el jardín; y la soga, esa misma que del puro hecho de recordarla me duelen los brazos enteros de tanto nudo que por cierto tiempo fueron una extensión de mi cuerpo. Pero ya acabó todo eso, ahora el que ríe soy yo, a ver, quiero ver que de nuevo me ponga la mano encima, que se atreva siquiera a verme feo, no puede, ahora ya no puede.

Por fin la encontré, justo detrás del sable oxidado que ya no sé ni para qué lo guarda el viejo, ah, pobre, ahora ya ni cargarlo puede. Ni modo, todos sabíamos que iba a llegar este día, merecido lo tiene. Dónde será bueno, dónde podré cavar tan hondo para que ni se note y tampoco haga tanto ruido, creo que allá, sí, junto al roble seco es la mejor opción, además con este calor, la sombra del árbol me vendrá bien.

Ah que pala tan tramposa, no llevo ni medio metro de profundidad y ya empezó a hacer de las suyas, lo malo que es la única, con ella habré de acabar. Así como la vieja acabó con mi sonrisa luego de tanto amarrarme a la puerta de mi cuarto sólo porque me portaba mal, eso no se vale, eso no es querer a su retoño, como le gustaba llamarme, eso es salvajismo, pero le dije que me lo cobraría, se lo advertí, nunca me creyó pero ahora, a ver, quiero ver qué dice, mírala, tirada allí, con la boca abierta como si estuviera comiendo una de sus tantas galletas que ya me tenían hastiado, eran más importantes sus pinches galletas que alimentar a su hijo, que educarlo, que quererlo.

Vieja, lo siento, te lo buscaste, mira qué bien te ves junto a tu maridito, anda bésalo, dile algo, no puedes verdad, la lengua no te la encuentras, lo siento, pero eso fue en venganza de tantas palabras que me dijiste y que fueron a dar directo a mi orgullo y a mi corazón, el cual de paso te digo aunque ya no me escuches, lo hiciste pedazos, lo rompiste, en lugar de ayudarlo a crecer y a madurar, no, para nada, qué fácil fue para ti dejar al niño en el internado y regresar como la única, como la solitaria dueña de la casa, esperanzada a que el viejo llegara, te besara a la fuerza, te diera dinero y nada de amor, ese, al fin y al cabo, ya ni te importaba. Cuál amor podrías dar si ya no te quedaba nada en el alma.

Mira, palada tras palada y no veo que este maldito agujero se haga grande, algo he de hacer mal, claro, jamás podría competir en ese aspecto con el viejo, dejando que su pequeño se fuera a casa de sus supuesto amigos, y allí, sin siquiera pasar los quince años, fumara, bebiera, conociera el sexo con mujeres que nunca le cobraban porque el viejo ya había pagado la cuenta, aunque nunca conociera bien a bien al pobre niño, de sus juegos sexuales con sus amiguitos, de quitarse la ropa cuando se iba a bañar a casa de quienes sí tenía que pagarles a cambio de sus servicios; consentido el niño que sin siquiera abrir la regadera se regodeaba con esas cosas que al viejo le darían asco o envidia, nunca lo sabré.

Parece que con eso es suficiente para los tres cuerpos, ah, ahora sí viejo, vieja, ni modo, ustedes se lo buscaron, tendré que cobrar la factura de las peripecias de la vida, lo siento mucho, se los advertí, conste que nunca me creyeron, que decían este niño está loco, nunca se atreverá a hacer algo de su vida, tenían razón, la tienen. Querían un niño, lo tuvieron; querían un hombrecito, lo tienen enfrente; querían a alguien que hiciera algo que nunca se olvidaran de ello, están a punto de tenerlo. De la vida, de esta miseria que llamamos vida, lo único bueno que encontré además de esta pinche pala y la soga que en estos momentos se agarra de sus cuellos, fue el revólver que hoy pone fin a nuestra amorosa vida familiar. Ojalá quepamos los tres en este agujero que por lo que veo nadie encontrará al menos hasta que el sol vuelva a salir o que el pájaro que canta en la parte alta del estúpido roble vaya de chismoso.

Escribo más poesía que narrativa (o al menos lo intento), pero este cuento lo tengo desde hace años y quise darlo a conocer para saber su opinión, gracias.

domingo, 18 de enero de 2009

Teoría de la afrenta

En 1995 obtuvo el Premio Gilberto Owen de poesía con La conversación ortodoxa, luego apareció en la editorial Daga La sed de los cadáveres, posteriormente la editorial Verdehalago imprimió 600 ejemplares de su siguiente poemario Los días prolijos. En todos ellos, Armando González Torres (Ciudad de México, 1964) había participado en el convivio literario de una manera prudente, sin llamar demasiado la atención pese a la buena hechura de su poética.
Sin embargo, con la aparición de Teoría de la afrenta levanta la mano y se pone de pie para hacerse presente de una vez y para siempre en el ritmo, forma y fondo de la lírica mexicana. Dividido en cinco apartados, el volumen tiene la magia del asombro, de las palabras y términos justos, de la transgresión a manera de pulso.
Por tu pueblo es el suave inicio que va develando el pasillo o escenario donde se batirá el duelo entre la añoranza y lo que queda de uno. Retorno es un buen ejemplo: “Sólo un recuerdo así puede hacerme sentir bien. ¡Que vuelvan los antiguos agravios, residuos de un ansia imbatible! Difícil caminar por los viejos barrios. ¡Ah, qué riesgoso! Respeto por los gestos de furia por los oídos limpios…”, donde se puede apreciar ritmo y oído depurado que agazapa palpitaciones venideras.
El siguiente paso es Mártires, bichos, mamarrachos, digamos las luces del escenario, allí las cargas de lo que algunos rechazan es la carta de presentación, los vicios y las manifestaciones pestilentes entre las que resaltan las “Instantáneas del ebrio” y el “Autorretrato del misántropo” quien se describe en la negación misma: “No soy, pues, un hombre como los demás, me angustian la efusión y las muestras de afecto, me satisfacen el fracaso y el dolor ajeno, me placen especialmente esas desgracias súbitas que desaparecen en un instante la certeza de los mentecatos”.
Quedan preguntas, quién o quiénes son esos personajes, dónde se pueden hallar, cuánto pesa su sombra y en qué orificio guarda su destreza, en qué calle quedaron los residuos de su pasado. Interesante resulta cómo Gonzáles Torres crea un imaginario donde los partícipes cobran conciencia por la mala en una poética en su mayoría en prosa. ¿De qué está hecha la línea más débil de esta poética, porque se aprecia contundencia, mas también un buen porcentaje de perversidad?
Ya en obras previas como Los días prolijos dictó lo que serían parte de sus personajes y de su escenografía: “En turbio vecindario de la Ciudad de México/ fungí como perro, amé a la vez tantos dominios/ guerrero indomeñable fui, aviesos enemigos/ lazarónme y luego condenáronme a cuchillo./ Ni pestilente rastro queda de tanta enjundia”.
El juego con la primera persona toma su curso en la sección que le da nombre al libro, allí la “Teoría de la afrenta” hace que la relación emule un lío amoroso donde participen el autor, su objeto de afecto y el lector: “Yo mismo no sé qué te quise decir, ni si eras tú la destinataria de no sé cómo llamarle […] De hecho, no sé si quise injuriarte o elogiarte, darte una lección o intentar una alabanza porque, ya te lo dije, las palabras se escapan, adquieren su propia consistencia y destilan su propio veneno y nosotros sólo somos sombras sordas que se orientan con las señas de un léxico hechizado”, dejando entrever su respeto por al autor de Libertad bajo palabra (referencia es su libro de ensayos Las guerras culturales de Octavio Paz).
Esas mismas palabras que domina el autor también es uno de sus temas recurrentes desde su obra inicial La conversación ortodoxa, allí expuso: “Ellas, desesperadas por la ternura,/ como si estuviesen prisioneras,/ ávidas, gentiles, incluso delicadas,/ como climas en la cara,/ con jardines,// hacen señas”. En “Teoría de la afrenta” hallan de nueva cuenta espacio, quizás en esa sintonía resalta “Una noche de amor y tres versiones”, un texto que rompe con el resto del libro, formado por tres razones de lo que es un mismo perfil, de cómo puede llegar a ser que el olor viaje difuminado si no se está en el sitio adecuado. Un mismo hecho con vida propia de acuerdo al protagonista.
Teoría de la afrenta cala en las frases, duele por momentos debido en buena parte a la confianza que tiene en si mismo, por el valor que le imprime a la poesía, si bien, como dice su autor “no he tenido la fortuna, como otros, de encontrar alguna verdad en la escritura”, el contenido de esta obra recarga elementos que todos llevamos dentro y explotarán a su debido momento.
La prueba es el cierre no formal de este libro, donde ya el lector se dejó envolver por los muchos personajes que elucubran en su formación: “Son tantas las manifestaciones de ese extraño que habita nuestros cuerpos que ya se ha vuelto un lugar común confundir al místico con el borracho y a la iluminación con el asesinato”. El desconocimiento sobre la posición que prefiere jugarse en el tablero será una resultante, las armas están dadas a partir de los términos y sus disgregaciones, González Torres recurre por ello a la deliberada proclamación.
La última sección del volumen El declive del banquete es un diálogo entre Agatón y Sócrates sobre la función que cumple el ser humano en esta vida a partir de la conversación como las muchas que se dan en las cantinas y bares de esta y de otras ciudades. Filósofos de café disfrazados de alcohol que redescubren el origen de la vida y el futuro de las especies que coinciden en su andar.
El también autor del volumen de aforismo Eso que ilumina el mundo, y del de ensayos ¡Que se mueran los intelectuales!, encuentra en Teoría de la afrenta lo que de suyo le pertenece al habitar un espacio y un lugar como el de la Ciudad de México, escenario que se deja entrever en algunas líneas, sus sitios de esparcimiento nocturno son llevados a cuestas por esos personajes imaginarios cual reales que no descartan la inmortalidad (aunque sea breve) debajo de los reflectores o las farolas de luz en peligro de extinción.
Es también justo decir que el libro causa por momentos esa trágica escena de la atracción que nace del rechazo, su lenguaje puede afectar los puritanos gustos de cierto público, pero al finalizar las líneas de los poemas, uno puede percatarse que la noción de vida aún no termina, y que al contrario, buscará el fuego requerido para hacer ebullición en el espacio elegido sin dejar de lado el acto reflexivo que conlleva la salida y apertura de cada acción que inaugura el día, porque sin duda, todo esfuerzo por recordar resulta una aventura nueva.

Armando González Torres, Teoría de la afrenta. CONACULTA (Col. Práctica Mortal), México, 2008; 81pp.

Texto aparecido en la revista Siempre de esta semana.