domingo, 14 de agosto de 2011

La Señora Rojo

Para la literatura mexicana Antonio Ortuño fue en el 2007 una de sus principales figuras gracias a su novela Recursos humanos, muchos nos entusiasmamos con esa narrativa que para utilizar el lugar común, lograba transmitir un lenguaje propio, algo siempre complicado en el mundo del arte.

Ese mismo año presentó El jardín japonés, una colección de cuentos que tampoco pasó inadvertida entre sus seguidores. Para finales de 2010 reaparece en la escena con una nueva colección de cuentos bajo el título La Señora Rojo, la mayoría publicados en sus primeras versiones en diversas revistas literarias.

Dividido en dos partes: “La Carne” y “El Mundo”, La Señora Rojo como toda colección tiene hallazgos y ejercicios fallidos. Dentro de éstos últimos está “Agua corriente”, que goza de una buena trama, ritmo inteligente pero un final fallido, genera altas expectativas que no se cumplen, pues no cierra el círculo. Similar ocurre con “El día del amor”, una historia de sexo más que de amor que resulta en anécdota con personajes comunes en situaciones previsibles.

Un paréntesis puede ser “Masculinidad”, cuento que se coloca en el punto medio porque es el más tradicional de las narraciones de Ortuño, tiene la fuerza suficiente para considerarlo en la colección, exige relectura quizá por diferente al resto. Con una historia bien contada, digamos un cuento con la estructura más lograda, pero frío.

Dentro de los hallazgos sobresale el que le da título a la obra “La Señora Rojo” que tiene ritmo, sorpresa, no sé si se logre catalogar dentro del grupo selecto de lo original, pero sí cabe en el espacio reservado a los perturbadores.

Pero el cuento que más vale la pena de la colección es “El Grimorio de los Vencidos” con un personaje de antología: El Mago Que Hace Nevar. Y tal vez es el mejor resuelto porque es el de más largo aliento, y es que Antonio Ortuño está hecho para las narraciones largas, la brevedad de los cuentos le resulta ajena por momentos, y si bien las apariencias engañan, su fortaleza narrativa radica en mayor medida en los nudos que logran atrapar al lector, en la decisión unánime más que en el golpe certero.

Cierto es también que por momentos los temas del sexo, la infidelidad a bocajarro resulta repetitiva en algunos cuentos, pero la independencia que guardan entre ellos hacen que se respete en su individualidad.

La segunda parte del libro tiene dos cuentos que llaman la atención en su hechura, por un lado “Historia” y por el otro “Boca pequeña y labios delgados”, ello porque ambas tienen divisiones para su lectura, esto es, la primera está dividida bajo un orden numérico que puede interpretarse como el lenguaje tecnológico de hoy en día en las redes sociales, obviamente atados por el consecutivo numeral.
Mientras que en el otro es a través de la lectura e interpretación de cartas como se conforma el cuento, un recurso muy socorrido, pero que logra superar la prueba por su trama y, es que en el fondo quizá todos estamos atrapados: “No estoy preso, como otros, por no creer, sino por creer demasiado”. Allí, Ricardo Bach es el doctor y de las cartas que le hace llegar el paciente arma un entramado mental donde entra el lector para tomar partido.

Las últimas dos narraciones, “Pavura” y “Héroe”, más allá de su hechura o trama, es el reflejo de nueva cuenta de esos juegos mentales observados en varios de los personajes que da vida Antonio Ortuño, sin perder de vista que muchas de ellas cobran vida en la realidad cotidiana, pues de qué otra manera se identifican los diferentes complejos que le dan forma al ser humano. Y es que en algunas batallas que se libran en el interior de algunos, con el pasado sobre todo, tienen por finalidad aparecer algún día en los libros de historia, de nueva cuenta la búsqueda del reconocimiento.

Así son los cuentos de Antonio Ortuño, bien hechos pero algunos con finales mal logrados, sobre todo. Reitero que es un autor completo que se mueve mejor en el terreno de la narrativa de largo aliento como son las novelas, pero es cierto que su sello impregna cada cuento de éste título que continúa su búsqueda por entender y descifrar cada vez más la hechura de los humanos, un tema que maneja a la perfección el autor.

Antonio Ortuño, La Señora Rojo. Páginas de espuma, México.

Texto aparecido en la revista Siempre¡ del 14 de agosto.

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