viernes, 2 de noviembre de 2012

Suicidio perfecto

Petros Márkaris (1937) es un escritor que cuenta historias y lo hace parecer fácil. Pero no es así, para llegar a ese nivel donde las páginas se dejan de sentir en su cantidad debido a la capacidad de seducción se tuvieron que recorrer muchas letras, sobre todo leídas. Con el oficio y el olfato, nuestro autor generó desde hace algunos volúmenes un personaje que se vuelve entrañable, el comandante Kostas Jaritos, quien en sus múltiples aventuras continúa la saga de un héroe que bien puede estar en medio de Sherlock Holmes y el extraordinario Péter Pérez del mexicano Pepe Martínez de la Vega. Y es así porque sabe que va a descifrar los vericuetos de la trama, pero el camino se hace entretenido, intrigante, los nudos bien logrados, los saltos de capítulos así como los cierres tienen un claro por qué, incluso la vida normal que llega a tener el comandante Jaritos, con su esposa Adrianí, que lo procura al exceso, con su hija Katerina, que le hace ver su suerte más que algunos delincuentes pero la quiere por sobre todas las cosas. Jaritos se encuentra de incapacidad médica cuando se suscita un acto que cambiará el ritmo de lo que se supone era su descanso, el suicidio de Iásonas Favieros, empresario de gran peso en el gremio y en la nación, sobre todo en el contexto de la construcción de la Villa Olímpica que puso a disposición Grecia para los Juegos Olímpicos del año 2004. Además, el empresario lo hizo en horario estelar en televisión, para que nadie se perdiera detalle del hecho. A la par una biografía del mismo Favieros empieza a circular en librerías, es la única madeja que empieza a seguir Kostas, quien a petición de su jefe Guikas, tiene que regresar a su labor pero primero con un bajo perfil, digamos de manera extraoficial, y para ello le asignan a Kula, secretaria de su jefe, pero que en el corto tiempo demostrará virtudes que la pueden lanzar al estrellato en la investigación en futuras entregas. Ese sería el primer suicidio, le seguirían el del político Stefanakos y por último, con apenas días de diferencia del periodista Vakirtzís. ¿Qué tenían en común esos tres eventos además de que en los tres casos hubo una biografía firmadas con el seudónimo de Minás Logarás? Eso era lo que debía resolver Kostas Jaritos y para ello no contaba con mucho tiempo y sí estar abierto a todas las posibilidades, incluidas las relaciones con los diferentes actores políticos (de todos los colores y filiaciones) a lo largo de su carrera. El humor está presente a lo largo de la trama, ya sea cuando habla con su esposa: “Recurro a esta respuesta vaga porque, si empezamos a discutir, la retahíla de tonterías sería interminable”, o cuando piensa en voz alta sobre la situación actual en Grecia, “el griego que no piensa que el Estado le roba y no se cree en el deber de desquitarse, o está loco o no es griego”, o cuando sabe de lo que habla, “pero ahora nos encontramos con una historia muy desagradable entre manos, cuando hubiéramos podido hacer lo que hace todo político que se precie en Grecia: nada”. Los recovecos de su investigación lo van llevando de a poco a sustentar una posible hipótesis que tiene que ver obviamente con el autor de las biografías, con el juego que lo tenía a él como personaje, con las personas que su mente ubicaban en otros contextos pero que ahora, como la vendedora de bienes raíces Yanneli, tiene mucho que decir. Bajo la lógica o filosofía de que “Empeorando la situación, mejora”, Kostas Jaritos consigue de nueva cuenta descifrar el embrollo que le depara el destino, y de paso confirmar que su creador Petros Márkaris es un excelente narrador que transmite y que sabe construir buenas historias. Petros Márkaris, Suicidio perfecto. Tusquets Editores (colección Andanzas), México, 2012; 400 pp. Texto aparecido en la revista Siempre¡ del 28 de octubre de 2012.

No hay comentarios: