lunes, 25 de marzo de 2013

La gente se siente desamparada cuando se sabe gobernada por sinvergüenzas

Entrevista con Fernando Aramburu A inicios de febrero dimitió la Ministra de Educación de Alemania Annette Schavan, bajo acusaciones de plagio en su tesis doctoral. No era el primer caso en la administración de Angela Merkel, ya hace dos años el Ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, había tomado la misma decisión a partir del descubrimiento de plagios en su tesis para obtener su grado de doctor. En Alemania el título académico puede alcanzar la comparación de los títulos de la nobleza de sus países vecinos, de allí que esta noticia pegue en diversos sectores que componen la sociedad no sólo germana sino allende fronteras pues se percibe que aparentemente lo que se comienza a premiar es la trampa, sin embargo por fortuna cada vez se descubren más. Fernando Aramburu, escritor español, impartió clases hasta 2009 en Alemania para dedicarse en cuerpo y alma a la escritura, desde su óptica lo acontecido con la ahora exministra de Educación “significa un ejemplo pésimo y una ofensa”. Su argumento se centra en los atajos que corrompen: “La circunstancia de que mediante trampas y mentiras se pueda medrar en la sociedad es por desgracia común, particularmente en algunos campos de la actividad humana, como la gestión política, la administración de bienes públicos, etcétera. Pero en la esfera del conocimiento es, además, un fraude peligroso. Y es una ignominia porque echa suciedad sobre el mundo universitario e implica abuso delictivo del esfuerzo ajeno”. El perfil humanista debe rescatarse, evitar que se contamine y eso depende de la calidad humana de cada cual. “Algo falla en la persona que ama los jardines y los cubre de flores de plástico. Quien mire éstas de lejos acaso caiga en la ilusión. El embaucador no tiene esa posibilidad. Logrará objetivos materiales, pero ante el espejo de su casa estará siempre solo con su mirada”. Desde su perspectiva el control de daños de la Primer Ministra fue bueno, y garantiza su gobernabilidad “desde el momento en que los ministros plagiaros dimiten. Otra cosa es que los hubiera mantenido en el cargo después que hacerse pública su conducta fraudulenta. No es este el caso de la canciller alemana, cuya dedicación a la política, como ella misma se encarga de repetir en sus discursos, está vinculada a la defensa de ciertos valores morales”. La reflexión va más allá, pues lo que sucede en la clase política impacta en la clase que gobierna, los valores, la confianza, la comunicación, sufren transformaciones que pueden impactar para bien o para mal. A final de cuentas una crisis es también una oportunidad para salir fortalecido, si quien lo ataja de frente y con estrategia lo aprovecha. Pero otra cosa sucede cuando esto es diferente, en palabras del autor de Los peces de la amargura, “la gente se siente desamparada cuando se sabe gobernada por sinvergüenzas. En tal caso, no es extraño que, movida por la resignación, la gente se desentienda de las cuestiones políticas. Hay opciones, a mi juicio, peores: Una es considerar que tiene derecho a saltarse las leyes como los que las promulgan y se supone que deberían defenderlas. Otra es que, por despecho, por desesperación o por lo que sea, se deje arrastrar por la tentación totalitaria”. Ese es el combustible que la sociedad está tomando como llamado para participar de manera más activa en la toma de decisiones. Ejemplo de ello es la web alemana VroniPlag que se ha especializado en el rastreo de tesis doctorales plagiadas. En ella, signa el escritor, “participan profesores de universidad, estudiantes y todo aquel que lo desee. Tengo entendido que empieza a funcionar a las seis de la tarde, hora europea. Numerosas personas que no se conocen entre sí ni cobran un centavo intercambian datos, se reparten las actividades. Los éxitos cosechados hasta la fecha han animados a otros internautas a sumarse al rastreo”. El daño por venir siempre está latente, al igual que las formas de erradicarlo. “Cuando existen mecanismos eficaces de control, las instituciones tienen la posibilidad de salir más o menos intactas de los casos de fraude. Y lo mismo puede afirmarse de la ley”. El resultado salta a la vista, Aramburu hace el recuento: “A los dos ministros plagiaros de Angela Merkel se les probó la fechoría, se les aplicó la norma y santas pascuas”. Sin embargo, inmediatamente después viene el reclamo en forma de literatura, “Lo horrendo para la cohesión y el prestigio de una sociedad es que las faltas y los delitos queden impunes. Si el suelo está sucio, ¡qué más da tirar otro desperdicio! En cambio, si el suelo brilla de limpieza, uno se lo piensa antes de producir la primera mancha, a menos que sea un sujeto incivilizado, en cuyo caso no hay solución posible”. Texto aparecido en Campus Milenio en su edición 501 del jueves 7 de marzo

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