viernes, 9 de mayo de 2008

El cuerpo literal

El volumen Hago de voz un cuerpo es un libro-objeto, pues su bella presentación es lo primero que salta a la vista. Ya después por cuenta propia, debido a que carece de texto introductorio, uno pasa directo a la idea de la compilación: leer los versos que intentan dibujar una descripción del cuerpo humano.

Poetas reconocidos se dan cita en estas páginas que llevan un orden que va de la cabeza a los pies. Inaugura el volumen David Huerta quien recomienda: “Cuídala. Sé lo que te digo./ No la pierdas, no la apuestes:/ no la escondas ni la prestes./ (Quizá es tu mejor amigo…)”, le sigue Francisco Hinojosa quien habla sobre los ojos y Eduardo Langagne en su disertación acerca de la nariz y su contenido: “los mocos son caballeros/ que al salir lucen felices:/ no son dos nuestras narices,/ sí son dos sus agujeros”.

Francisco Segovia sobre la lengua señala: “Esto es lo que ha hecho la lengua/ tras de los labios cerrados.// Una luna que no mengua/ en la noche de la boca…// Tras los labios apretados,/ una luna eterna, loca…”, también se da tiempo para exponer sobre los pelos de bruja. Fabio Morábito escribe acerca de las orejas, pero va más allá: “para oír el silencio no te tapes las orejas/ oirás la sangre que corre por tus venas// para oír el silencio aguza los oídos/ escúchalo una vez y no vuelvas a oírlo”.

Héctor Carreto es el encargado de escribir sobre el cuello, a Coral Bracho le ha tocado el pecho; Alfonso D’Aquino comparte su lectura de las manos y de algo que califica como Tambor de sol: “Y en el tronco de mi cuerpo/ tañe por fuera y por dentro,/ como retumba en el viento/ el tambor del universo… Todas las cosas/ te atraen…”. Similar sucede con Elsa Cross y su centro del mundo.

La antóloga María Baranda no queda fuera (comparto con aquellos que señalan que es de mal gusto que los antólogos se incluyan, pero bueno, qué le vamos a hacer), habla sobre Mis brazos, Mis dos mitades y Mis codos, de los primeros dice: “Mis brazos, mis brazos/ de un lado de mí/ y del otro// parecen decirle al aire/ que algún día// yo/ saldré volando,/ volando”. Quizá la parte más floja poéticamente hablado, pues el libro mantiene una coherencia en las imágenes de Gabriel Pacheco.

Dana Gelinas expone su punto de vista sobre las uñas, Natalia Toledo en zapoteco y castellano habla sobre el sexo de los infantes bajo los títulos La flor de los niños y La flor de las niñas, a Eduardo Hurtado le asignaron descifrar el código de las piernas, y lo logra de buena manera: “Las piernas son alegres:/ circulan, trepan, bailan,// se ponen de rodillas/ para chocar canicas/ o recoger arañas”

La rodilla ubica buen interlocutor en Edgar Valencia: “De frente pareciera una naranja/ fresca y lista para el jugo;/ por detrás un plato hondo no muy hondo,/ y por un lado la cima/ de una montaña intrépida y cercana”. Y cierra Antonio Deltoro, poeta que no teme hablar de los pies como un acto de reflexión: “Ahora tú caminas con dos pies:/ antes, a gatas, no podías/ caminar/ y mirar las nubes,/ las estrellas, los pájaros,/ ni cargar tus juguetes,/ ni montar un caballo”.

Hago de voz un cuerpo es una recomendación para encaminar a los niños y jóvenes a la poesía y el conocimiento de una forma diferente del cuerpo humano. Sin embargo es bueno señalar algunas observaciones del libro-objeto: las ilustraciones colaboran en la idea central del volumen, pero hay por momentos un exceso de vacíos en ciertas páginas, con poemas que bien pudieron hallar acomodo en una sola página y se vieron entrecortados; el libro pudo haber sido más compacto en el número de páginas pero más eficiente en su intención.

Además, en algunos casos, como en la portadilla de Natalia Toledo, es muy difícil leer el nombre de la autora pues la combinación de colores no fue la más lograda. En lo que respecta a la obra poética, hay escritores que pensaron en un público diferente al de sus pares, la intención y el lenguaje son muestra de ello, empero, esto no detiene la buena hechura poética, eso es aparte. Aunque sabemos que la mejor opinión será la de los niños y jóvenes que lo lean.

María Baranda (antóloga) y Gabriel Pacheco (ilustrador). Hago de voz un cuerpo, Fondo de Cultura Económica (col. Los especiales de A la orilla del viento), México, 2007, pp. 150.

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