martes, 6 de mayo de 2008

Provecho al asueto

Los días de asueto se aprovechan de diferentes formas. Algunos prefieren salir a divertirse y otros quedarse a disfrutar su casa, pues casi nunca están. Me anoto en la lista de los segundos. Además ese contexto da espacio para realizar actividades que en la vida cotidiana no hacemos tan seguido, o postergamos por lo mismo. Una de estas actividades que había pospuesto es trabajar algunos escritos que traigo desde hace años ya. Pero ahora, entre lecturas de novelas coreanas, otra obra de un periodista sinaloense, la familia (tanto propia como ajena) y demás, me di oportunidad de darle más forma a algunos poemas de los que extraigo el siguiente que ahora quiero compartir.

La estrechez del paraíso

¿Enfrente?, ¿qué hay delante
que no tengas?
Todos los círculos son por ti conocidos
el vórtice, el crisantemo, una lluvia
de auroras en celo, tú ya conoces eso.
Lo has visto, han penetrado en tu lecho,
más de una vez los sentidos
fueron objeto de prudentes cortejos.
Qué hay cuando avanzas, qué sigue,
las cavidades del poema las sabes,
probaste ya también las mieles del triunfo,
el pulimento de una llaga, la miseria
que le aguarda en su hogar al pordiosero;
has sido capaz ya de enfrentar los demonios
de la intimidad económica, de la pobreza extrema;
tus sentidos ubican el quejido del viento,
tus ojos ya vieron la curvatura del ocaso,
incluso sabes y conoces las dudas de los muertos,
la estrechez del paraíso.
¿Qué hay adelante, de frente?
todo te pertenece, incluso el tacto de esta tierra
tiene una ríspida cuerda que la ata a tu muñeca.
Deja que la incertidumbre se ocupe tan sólo
de colocar los tributos en el sitio que más convenga
al amputado conocimiento que te espera.

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