martes, 8 de julio de 2008

Ortega y Gasset IV

Hay gente que piensa que tiene la razón porque es la que más grita durante la charla. Los lugares públicos de reunión dejan poco espacio para la discreción, tenemos que elevar la voz inevitablemente sin importar el tema ni la persona o personas que nos acompañen. Da igual si estamos hablando de la más reciente visita al médico, una puesta en escena o una infidelidad, lo gritamos para que nos escuche nuestro acompañante de mesa, confidente, amistad o incluso, desconocido con el que compartimos un espacio y tiempo ese día. Nuevamente José Ortega y Gasset nos hace ver algo que todos los días pareciera llevar un paso fugaz, y por ende, no le prestamos la atención requerida; señala el filósofo español: “Para decir algo, nada menos que algo, tenemos que renunciar a decir todo lo demás”.
Por eso es conveniente inhibirse (Armando González Torres dixit) de vez en cuando, guardar secretos ya es una arte, una especie en peligro de extinción. Seamos pues coherentes con la naturaleza, si tenemos dos oídos y una boca, hablemos menos y escuchemos más. Y por supuesto, tener cuidado con todo aquello a lo que renunciamos decir, cuando decimos otra cosa, y por lo regular, cuando es en voz alta, gritando, es algo que no vale la pena.

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