martes, 12 de agosto de 2008

Contraverano



El poeta Antoni Marí dijo “Soy lo que desconozco que soy. Soy todo lo que no sé”, y eso lleva muy presente Mijail Lamas (Culiacán, Sinaloa, 1979), becario de la Fundación para las Letras Mexicanas 2005-2006 y 2006-2007. Junto con el escritor catalán, José Carlos Becerra es la otra gran influencia en la poesía del también autor de Fundación de la casa, quien ahora en ocho secciones da vida a Contraverano.

Los versos de este volumen son los signos de identificación de alguien que sabe andar, que camina, unas palabras que llevan a esa otra ciudad distinta que no permite contoneo innecesario; otro poder para llevar a la boca un recuerdo, el mismo que ahora hace pensar que la ciudad es la misma y quien cambia es el habitante: “Por este oficio de sombra/ puedo soportar esta ciudad que llevo a cuestas”. Se transforma por dentro y por fuera, pues si antes Mijail había construido con paciencia una casa y un hogar, ahora construye la querencia, vivifica el recuerdo que huele a pólvora sedienta en un desierto, en una tierra caliente llena de fama pero también de urgencia.

La inspiración alcanza el punto de fecundidad en versos como: “El añejo dolor que te conserva despierto y a la sombra/ guarda para ti un sentimiento de revancha./ No puedes avanzar lo que quisieras,/ el desierto que pretendes recordar se vuelve/ más extenso”. Pero también se hace acompañar de trabajo y nostalgia, de pulimento, de lecturas hechas en voz alta.

Las dedicatorias dicen mucho de quien las escribe, la familia como reposo y descanso ante la fatiga diurna de enfrentar la vida, el fraterno acento que siempre ubica la sensación de no tener perdido del todo ese camino que a veces las grietas nos hacen menos placentero su andar.

La figura retórica de una voz desde la tumba cobra fuerza y factura con los simples mortales. La pesada carga del asfalto a punto del quejido por tanto rayo de sol injustamente caído en esta geografía, señala una muerte injusta a causa de la misma bala que asesinó sin juicio de por medio, las mismas ganas de salir a la calle sin miedo. “La voz de tu deseo no pudo obedecerte,/ algo de ti regresa sin permiso a la dictadura de la luz/ donde el calor instaura su pesadumbre,/ donde la muerte se repite y te tiende la mano”.

Se siente la asfixia del clima, el termómetro deja de ser una medida para volverse un guiño en los ojos, una postura para descifrar los aspavientos de los demás sobrevivientes de este territorio tan noble. “Como volver a la rabia que se hospeda en el puño,/ a los conjuros que destierran plagas de mediocridad/ y conformismo”.

El fuego, la ceniza, el pasado que reconoce ya muy poco el contorno de un perfil que ha cambiado no sólo con el tiempo, sino con las posturas que ahora enfrenta la vida. El regreso no es fácil, “no pretendía volver, pero no basta pretenderlo,/ el verano emana de mí y todos los caminos se tuercen/ en su polvo,/ toda esa luz es un puño que se rompe/ en mi memoria”.

Contraverano es desde ahora un buen parámetro de la poesía hecha por ese grupo que si bien algunos se empeñan en llamar jóvenes creadores, son ya también referencias contemporáneas.

Mijail Lamas. Contraverano, CONACULTA (Fondo Editorial Tierra Adentro), México, 2008, pp. 79.

Texto aparecido en la Revista Causa Común de Sinaloa del número de julio de 2008.

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