miércoles, 13 de agosto de 2008

El mundo

Con el membrete y la fama que le da haber obtenido el Premio Planeta en su edición 2007, la novela El mundo de Juan José Millás resulta un agradable encuentro con la cotidianidad y le recuerdo. Se traduce y palpa de cerca, se puede respirar el viaje en el tiempo, las definiciones, las autodefiniciones y el mismo sentido crítico que va de un lado a otro. El remordimiento también cabe, por eso no le tiembla la mano al afirmar:

“Observado desde los ojos de María José, veía en mí a un novelista joven que se encontraba en un hotel de la calle 42, en nueva York, en Manhattan, en el centro del mundo como el que dice. Quizá un novelista equivocado, un tipo que acertaba en las cuestiones periféricas, pero al que se le escapaba la médula. Un tipo bien intencionado, de izquierdas desde luego, pero de una izquierda floja, uno de esos compañeros de viaje, un tonto útil, aprovechable en los estadios anteriores a la Revolución, pero a los que convenía fusilar al día siguiente de tomar el poder. Un tipo, por qué no, con el que se podía follar, incluso al que se podía leer para hacer tiempo, mientras las condiciones objetivas hacían su trabajo y las contradicciones internas del sistema aceleraban la llegada de la Historia”.

De lectura ágil y sincera, y con un buen ritmo esta novela se disfruta, abundaremos en la reseña más adelante. Y mientras tanto comparto otras líneas de Millás:

“Entonces comprendí de súbito que uno se enamora del habitante secreto de la persona amada, que la persona amada es el vehículo de otras presencias de las que ella ni siquiera es consciente. ¿Por quién tendría que haber estado habitado yo para despertar el deseo de María José?”

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