miércoles, 20 de agosto de 2008

El accionista mayoritario

El accionista mayoritario es un libro construido de tal forma que su lectura envuelve, va ganando de apoco, consume, y cuando uno se da cuenta ha avanzado más que en el resto de sus lecturas. Además, se recuerda más la trama, los personajes (no así del todo sus nombres pues su origen griego los hace poco familiares) y se celebran los nudos y las buenas escenas.

Quizá no sea tan atrevido calificar este libro como una novela cercana. Su autor Petros Márkaris recurre de nueva cuenta a su personaje el comandante Kostas Jaritos quien ahora enfrenta el terror al dos por uno, en ambos tiene que salir avante, es su trabajo, es su vida, es su familia, pero en medio de todo se da tiempo para la sagacidad, el pensamiento, el humor, el amor-odio:

“¿Cómo puedo explicarle la diferencia entre aquellos tiempos, cuando nos daba miedo que el otro nos plantase, y ahora, en que uno teme que el otro no le deje nunca?”

Así como para la crítica a una época contemporánea disfrazada en una frase que pareciera simple, pero lleva una carga mayúscula de coordenadas posmodernas: “La televisión es a la familia moderna lo que el brasero era a la antigua”. Además, es una fotografía de cómo quedó Atenas después de los juegos olímpicos de 2004, de cómo sus instalaciones ahora han perdido el brillo y son tan sólo un recuerdo en el mejor de los casos.

El accionista mayoritario pide y exige lectura total, completa. Abundaremos en la reseña, mientras tanto simplemente cabe decir que es una obra que deja huella, que gusta, que está construida con fondo y forma. Incluso, es un libro de esos que dan ganas de prestarlo para que otro la lea (en mi caso quiero que la lea el escritor Vicente Alfonso) para luego platicar sobre la misma.

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