martes, 11 de noviembre de 2008

La Reina del Pacífico

Cada libro del periodista Julio Scherer García (Ciudad de México, 1926) lleva su sello, su toque, el grado de distinción e identificación tan propio de su especie. El periodismo luce, sale para convertirse en el primer flanco que toque el brillo lector. Como en otras ocasiones, analiza al sujeto que será ahora el blanco de sus preguntas

Ahora le tocó a Sandra Ávila Beltrán el papel de la interrogada. Y lo toma si no de buen agrado al menos sí como una escapatoria de la rutina gris y tediosa de la prisión. En las palabras de la habitante de Santa Marta Acatitla se notan varios sentimientos encontrados, las añoranzas de lo que fue.

Tarda poco para entrar en confianza, sin moverse mucho de su papel, sin caer en incoherencias, pues sabe que toda declaración ante el periodista es una nota en potencia. Las respuestas monosilábicas al inicio, con aderezo al final, ayudan a que la lectura tome su velocidad natural promedio.

En la plática los recuerdos van saliendo a la luz como se bebe agua por necesidad. El exdirector de Proceso en sus reiteradas visitas al penal le ha llevado material de lectura, algunos libros de su autoría como Cárceles o Máxima seguridad, donde Ávila Beltrán ubica el nombre de algunos conocidos.

Las frases dignas de epitafio aparecen a discreción: “Los muertos se suceden a los muertos, los secuestros a los secuestros y así seguirá siendo. Si cae un oficial, de inmediato es sustituido y si muere o es preso un capo, al rato aparece el sucesor”. Sobre todo en un mundo donde como dice la famosa presa, las traiciones son más que las lealtades.

Lo cierto es que la lectura hace que cobre sentido esa frase de que la realidad supera la ficción: las fiestas suceden en lugares recónditos sólo accesibles mediante helicópteros, los asesinatos a sangre fría dejan un cadáver a los pies de una dama. En esos espacios “el odio en el narco, no indaga. Siempre tiene prisa”, dice una de sus protagonistas.

Por momentos la mujer parece no soportar su peso, las lágrimas no dichas del todo simulan caer, habla de su hijo y el dolor de recomendarle que no la visite, de su madre, ese apoyo siempre significativo en su vida, de su esposo, fallecido, de sus amores posteriores, detenidos, perseguidos, con una vida que tiene que ser en zigzag para poder llegar a un lugar del cual nuevamente habrá que salir.

Ella siente que el gobierno del presidente Felipe Calderón la ha tomado como una imagen de la lucha contra el narco. Se siente usada, las pruebas que han construido en su contra no son sólidas, la fragilidad de las acusaciones hace que se mantenga en pie, pues sabe pronto estará la salida, aunque “los medios de comunicación te difaman y la opinión pública te condena”.

La Reina del Pacífico es para Sandra Ávila Beltrán un espacio, quizá lo mejor que ha tenido para exponer sus puntos de vista sobre su persecución y detención; y para Scherer García una nueva obra que constata de buena hechura sus dotes de periodista, ágil con las preguntas, puesto a escuchar siempre, construye de a poco un libro que de paso, comparte con los lectores muchos de los supuestos de los que ven de lejos un mundo que tiene cada vez menos de humano.

Julio Scherer García, La Reina del Pacífico: es la hora de contar. Ramdom House Mondadori, México, 2008, 174 pp.

Texto aparecido en la revista Siempre de esta semana.

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