lunes, 29 de septiembre de 2008

Maridos

Nacida en Puebla casi a mitad de siglo, Ángeles Mastretta es una escritora de referencia, conocida y reconocida, que si bien algunas voces han señalado que es más la fama y la gracia pública las que han acompañado su andar en la literatura mexicana, cierto y justo es decir que su más reciente trabajo, Maridos, llega como muestra de una literatura labrada con paciencia, pulida con pericia, diseñada con gracia, que se nota y se transmite.

Se percibe a una autora que se divierte, que intenta cosas diferentes, entrelaza historias breves (algunas de apenas cuatro líneas de vida) con otras de mayor alcance, donde el eje conductor es la vida como acción común, tan común que puede pasar inadvertida, y de allí que la autora tome la imaginación tanto propia como del lector para deambular zigzagueando por las peripecias de las mujeres jóvenes, recién casadas, divorciadas, viudas, ancianas, con la similitud que a todas les ha tocado algún marido.

La autora de Arráncame la vida teje en sus tramas un camino y, sin previo aviso, quiebra la esquina, sorprende, alegra el guiño, un guiño cincelado, bien hecho que nace de Julia Corzas (¿el femenino de Julio Cortazar?) al abrir la puerta a su tercer marido, y dejar pasar no sólo el halo que refresca los recuerdos, sino también la extraña estela que la anima a contar historias.

Justo es decir que la parte menos lograda de la obra son las narraciones conocidas como minificciones, pues a veces de no trabajarlas bien caen tan sólo en una especie de broma o chiste mal contado, su fortaleza por el contrario recae en las tramas con vuelo, si bien todas en general resultan ser breves, en las que logra dibujar los escenarios completos es donde mejor se desenvuelve.

Allí está buena parte de la factura más alta de esta escritora, en la procreación de elementos, en la lucidez de sus emociones mentales, el recuerdo al servicio de la nostalgia, así como de personajes que se acomodan a ella, porque ella se ha dado a la tarea de ubicarlos, cortejarlos y cotejarlos.

Este es el inicio de un texto que me publicó amablemente la revista Crítica, si desea el texto completo favor de solicitarlo.

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