lunes, 8 de septiembre de 2008

Ricarte III

Más líneas del libro del maestro José María Ricarte.

Todo proceso creador del pensamiento comporta un desarrollo, una serie de fases sucesivas que, aplicadas a la solución de un problema creativo, se reducen a cuatro: la preparación, la incubación, la iluminación o comprensión y la verificación o valoración.

La preparación se define como la sintetización y recogida de materiales relativos a un problema particular. Comprende la percepción del problema y del acopio de la materia prima, y su importancia viene dada por el hecho de que va a determinar la calidad de la creatividad.

La incubación se caracteriza porque marca el periodo en el cual la atención consciente se aparta del problema, llegando a presumir que el inconsciente o subconsciente estará más capacitado para atender con efectividad el problema.

En el momento en que la incubación se ha completado, el creador da el paso decisivo, consumándose el tercer periodo: la iluminación.

Una de las características más notables de la iluminación es el papel instrumental del creador y su potencia reproductora. La inspiración se convierte en una vida dentro de otra.

Una vez superada la experiencia del éxtasis, de la inspiración, el creador tiene que volverse realista y valorar el hecho de que su inspiración todavía tiene que afinarse más, porque incluso cuando ya está completa, puede resultar no válida.

El estadio final del proceso creativo es la elaboración, perfeccionamiento y revisión de la inspiración. La reelaboración y la revisión son funciones necesarias para la calidad y la perfección de la idea.

El conocimiento de los problemas ayuda a identificar las soluciones. Sin el conocimiento, es posible que uno deje de reconocer incluso las soluciones más obvias.

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